miércoles, 24 de junio de 2015

@Micro 24, "Sin shampoo"

Alfonso se estaba duchando para despertar. La noche anterior había sido devastadora y la resaca no le dejaba pensar con claridad. Cuando tomó su shampoo, se percató de que a este le quedaba solo lo que estaba adosado al envase. Mientras el agua corría por su cuerpo, introdujo el dedo por el orificio que cubría la tapa para sacar algo de shampoo pero sin éxito. Sostuvo el envase en alto mientras el agua de la ducha caía dentro. Cuando sintió el envase a medio llenar, lo retiró para lavarse.
Sorpresa fue la suya cuando el fondo del envase se derritió, provocando que cayera directamente al piso de la ducha, el que comenzó a emanar un olor extraño y a trizarse.
"¡Concha de tu madre!" exclamó Alfonso mientras  salía de la ducha antes de que esta tuviera una grieta en ella. Cerró el agua y observó como lo que él creía que era shampoo, comió todo el suelo de la ducha y dio paso a una escalera oxidada que seguía hasta perder la vista. Emocionado, Alfonso se colocó unas zapatillas, polera y calzoncillos y comenzó a grabar de inmediato mientras descendía por el extenso agujero.

Alfonso percibió como la temperatura ascendía, pero aun no era molesto. La escalera crujía y aun caían algunas gotas desde su ducha. Luego de llevar varios minutos descendiendo, la escalera terminó. Se quitó una zapatilla y la lanzó, tocando fondo justo debajo de la escalera. Saltó hacia el extraño suelo, el que olía a tierra de hojas y pasto mojado. Se colocó su zapatilla apoyándose en las paredes que emanaban el mismo aroma y que tenían diversas raíces que se desprendían de allí.
Con la luz de su celular, vio como el camino se estrechaba, tanto de arriba como de los costados, hasta un punto en que comenzó a andar de rodillas para salir al exterior. Era de noche, luces habían en el cielo, y un árbol enorme estaba sobre una colina. Alfonso estaba impactado, pero no sentía temor. Comenzó a avanzar sigilosamente hacia el árbol, el cuál sentía que lo llamaba. A unos metros de este, una voz retumbó en su cabeza, "Alfonso... Alfonso... sigue hacía mí" hipnotizado y sin oponerse, le hizo caso. Se sentó en la falda del árbol, apoyando su espalda contra este. Nuevamente la voz le habló, "Alfonso... no necesitas nada mas para vivir que yo" escuchó antes de que el sol comenzara a salir. Los primeros rayos iluminaron los frutos del árbol. "Ahora lo entiendo todo" pensó Alfonso.
Los frutos no eran nada mas que botellas... botellas de cerveza. Y en sus etiquetas decían una sola gran palabra... "Baltica".