Sus perros no sabían el nombre de su dueño, pero siempre lo seguían a donde fuese. Cada vez que su amo salía, los miraba con una sonrisa en la cara. Ellos lo olían, abrazaban y movían la cola. Se amaban y respetaban mucho desde que cada uno de ellos fue rescatado.
Cuando les abría la puerta, todos salían corriendo en distintas direcciones pero siempre cuidando no alejarse de él. Su amo salía siempre con un gorro de copa, donde su túnica le hacia juego con su delgada varita de roble.
El sol de la mañana les encantaba, su pelaje absorbía todo su calor y no conocían el frio. Todos los perros se dispersaban para oler otras cosas. Uno de ellos, Charlie, era el mas fiel. Siendo el primer rescatado y ya con 11 años encima, sabía que era el líder de la manada y lo seguiría siendo hasta el día de su muerte. Conocía a su amo a la perfección y su amo a él, pero hoy algo lo descolocó. Su amo se veía fatigado, su cara algo demacrada y su singular máscara blanca con la que salía a pasearlos no la llevaba puesta.
Charlie se acercó a su amo, el cuál leía un papel con una mirada de tristeza. Charlie había aprendido el idioma de los humanos, no completo, pero si sabia leer palabras cortas. Con una pata le sacó el papel a su dueño, el cual siguió mirando fijo hacia la nada. Apreció las palabras en rojo que decían, "1 semana de vida".
Charlie habló con sus hermanos, ladrándoles lo ocurrido. Todos se acercaron a saludarlo y ahora Charlie sabía que su amo lo entendía. Este día era su despedida, un último paseo para todos que todos tomaron con alegría. Su amo sonría otra vez, dio un salto y cogió su máscara, colocándosela donde siempre y exclamando "¡A LA LUCHA!".
Todos los perros se formaron dos líneas, las cuales acarreaban un trineo que permanecía invisible. Charlie los entrelazó a todos con mucha rapidez, mientras su amo se subía el trineo y emprendían el vuelo. Esa noche, capturaron mas criminales que nunca, dándoles paz a la ciudad por mucho tiempo.
Charlie a la mañana siguiente fue a despertar a su amo, se introdujo a la pieza a lamerle su mano, pero esta ya estaba helada. Su aroma ya no estaba y sabía que el no estaba mas allí.
Charlie les dijo a unos que cavaran la tumba y otros que lo ayudaran a cambiarlo y prepararlo. La ceremonia fue corta, todos aullaban y algunos miraban cabizbajos. Charlie estaba ladrando que debían mantener el recuerdo y ahora, cada uno se valdría por si mismo para encontrar su vida.
Los aullidos eran mas intensos, y las lágrimas brotaban de algunos. Charlie se contuvo mucho tiempo pero al momento de enterrar a su amo, no pudo aguantar el llanto.
Pasado un buen tiempo, cada uno de ellos falleció por diversas razones, pero Charlie se mantuvo extrañándolo cada día y juró que lo haría para siempre. Charlie pereció en la misma casa de su amo."
Charlie dejó el lápiz en la mesa. Estaba cansado y se estiró en la silla. Se levantó y se miró la cara. Aun se sentía como un perro. Charlie había reencarnado, para contarles a todos de su amo, el gran señor de los perros. Charlie ahora era un gato.