En su alocado intento por controlar el mundo, Jacinta se adentra en las arenas con su jeep 4x4. Su idea era que cuando el jeep tocase las olas, este de alguna manera podría flotar, para luego activar el botón que su mecánico le añadió, convirtiendo su auto en un submarino.
Jacinta vio todo claro. Su jeep avanzaba junto a las olas, cabalgaba sobre ellas como si fueran lomas de tierra. El olor a mar, los pequeños granos de arena en su cabello, todo era cierto, todo.
Luego de salir del éxtasis, recordó presionar el botón. En un instante se sumergió hacia lo mas profundo del mar, en busca de brillantes perlas que la proveerían de dinero por toda su vida, con las cuáles sabría que nunca mas debería trabajarle un peso a nadie.
- ¡Soy la reina del mundo y puedo hacer lo quiera! ¡Hijos de perra!– exclamaba bajo el agua, mientras esta se colaba por su garganta y pulmones. Jacinta se ahogó en su afán por, de alguna manera, conquistar el planeta.
A lo lejos, un joven distraído observaba a una niña de 5 años simular que se ahogaba en la arena. Sus padres, a unos metros, estaban teniendo relaciones sexuales. Eran las 12:30 de la tarde.