Francisco iba a comprar un kilo de arroz al negociou de la esquina. Cuando llegó al almacén vecino, se percató de que la propietaria hablaba con un cliente sobre los homosexuales, lo que le llamó su atención mientras esperaba incómodamente su momento para poder decir "Hola, ¿tiene arroz?".
- Es que yo creo que vienen con la cuestión adentro ya– decia la señora del local.
- Sipo', si igual creo que vienen con esa cuestión. Pero sabe, esas cosas como, ¿las leyes pa' que se casen? Noooo, ya es mucho– le respondía el hombre.
- Hola, ¿tiene arroz?– preguntaba Francisco, quién le molestaba la visión de aquel hombre.
La propietaria fue a buscar el arroz, pero cuando volvió este cayó al suelo, reventándose. Francisco besaba profundamente al cliente. Sus salivas y lenguas formaban un solo remolino en sus bocas y ambos se tocaban por las caderas para acercarse el sexo. Agua, escobazos, pero nada los podia separar. La señora, junto con sus dogmas e ideales, perecieron esa misma tarde.