miércoles, 27 de octubre de 2021

No ves con tus ojos, percibes con tu mente

El humo sobre mi cabeza danzaba al ritmo de la música, la que escuchaba pero no podía oír. Se transformaba en formas y deshacía en hilos grises, los que se perdían en el techo del lugar: una casa de modelos repetidos promedio.

Mis brazos, al igual que mis piernas, estaban dormidos y no respondían a ningún estímulo que pudiese darles. Ni siquiera el ver mi vaso vacío permitía que mi cuerpo reaccionara; mi cuerpo estaba en paz.

El inconsciente, al contrario, se movía junto al humo y la música. Mis ideas se amontonaban y enredaban como los audífonos, en un enmarañado de cuestionamientos, temores, dudas e insignificancias, las que a ojos de los demás presentes en la casa, les era totalmente ajeno; sonreía de pura e inocente alegría.

La silueta se materializa antes que mis ojos pueda despegarse de lo que sea que mi mente entendía. Al inclinarse a un costado del sillón, siento sus pechos posarse levemente sobre mi hombro izquierdo, mientras sus manos le sirven de apoyo sobre el sillón. A medida que su cara se acerca a mi oído, y sin usar perfume, siento su esencia, su aroma, su grito en mi olfato; sé quién es.

Nueve consonantes. Siete vocales. Dos signos de interrogación. Ninguna tilde. Una retórica que me calla cualquier pensamiento, como un relámpago en el medio de la noche: la luz que asesina a la pálida.

“¿Vamos a acostarnos?”.

No lo podía creer.

Por primera vez en mi vida, me sentí deseado.

sábado, 23 de octubre de 2021

Envidia

Desde la ventana del vehículo de la pega, veo a plena luz del día a un hombre tumbado en el suelo, bajo un árbol, al lado de su bicicleta, tomando un vino en caja.

        El semáforo da luz verde y continuamos el recorrido. Lo pierdo de vista cuando vuelve a darle otro largo sorbo al tetrapack.

        La envidia me consume, como un nefasto conjuro.

viernes, 15 de octubre de 2021

Dejarte vivir, en pesadillas.

Ni descansando descanso de la falsa sonrisa. Como una cerveza desvanecida, como un té con azúcar, como mal sexo: asco.

Anhelo el tiempo que permite olvidar cómo desperdicié tanto en alguien que se enamora, como quién se cambia calcetines.

Uno más en la vacía fila. Nunca fui nada especial. ¿Porqué ignoro mis corazonadas? Nunca debí cruzar. Nada especial, nada. 

Detrás de la sonrisa, siempre yace la enfermedad.

jueves, 7 de octubre de 2021

Mientras esté yo; mientras estés tu.

 ¿Cuál es el verdadero valor del amor?

¿Aquél que dura 30 años y solo es separado por la muerte junto a un último “te amo”?

¿O es igual de válido que el “amor” que comienza un mes después de haber tenido otro “amor”?

¿No es el tiempo la medida idónea para la intensidad de nuestros sentimientos?

¿No son las emociones válidas por muy superfluas que sean?

¿No te cansa amar a diestra y siniestra para luego ver tus manos vacías?

¿Qué es un hipotético corazón roto al lado de una tangible alma seca?

¿Hay un deseo real si se deshace y nace como si nada?

 No hay un verdadero valor.

Escupe al suelo. Maldice unos garabatos. Quítate el polvo. Sécate las lágrimas. Aprieta el puño. Súbele a la música. Ajusta tus audífonos. Grita al horizonte. Escúchate…

Y lo bebes, tal cual ese botellón de 2.500 que acabaste por ti mismo en tres horas, sentado en la línea del tren.




Continúas.