sábado, 29 de abril de 2023

El momento

Otra vez
imagino el momento
la muerte golpeando la puerta
de nuevo
un acuario vacío de un delgado vidrio
trizado, frágil
las lágrimas son la silicona
que lo mantiene sellado

Otra vez
cargo el cuerpo inerte, tieso y frio
de nuevo
hago un agujero en la tierra
donde me despido                                        ahí
vierto 25 kilos de cal                                  viva
allí deposito algunas piedras
que termino de tapar con tierra

Otra vez
las flores, los gusanos
la naturaleza y la muerte
unidas
entonces el fruto nace
paz, entre comillas

De nuevo
no es el infierno
por que nunca fui tan                                 malo
no es el cielo
por que ni cagando
pero es feliz
y tranquilo, entre muchas comillas

eso es todo
lo que necesitamos
otra vez
 

viernes, 28 de abril de 2023

Terror a las 2am

 -    Pero si yo soi’ ma’ joven que vo’ po’ –dijo la mujer con altos índices de pasta base en su cuerpo-. ¿Cuántos años teni’ vo’? A ver po’.
-    ¿Cuánto me echai’? –pregunté.
-    Unos… 29 –para mi sorpresa, le acertó a la primera.
-    ¿Y tú? –pregunté de vuelta.
-    Tengo 25 po’ –dijo, sin antes hacer una pausa y cruzándose de brazos-. ¿Viste? No me digai’ na’ tía po’.

        Cuando me abrieron la puerta del carrete, abracé con fuerza mi botellón de vino. “No te cambio ni cagando por la pasta, amigo. Ni cagando”, le susurré al cuello de la botella. Casi como si este tuviera orejas.


jueves, 27 de abril de 2023

sin editar, 2020.

 La mezcla maldita.
La boca embetunada de color violeta.
Las encimas ahumadas.
Esa, esa es la mezcla maldita.
La innegable.
La cuando tu lengua y mi lengua se entremezclan. Una amalgama perfecta, como diría Arjona. Odio a Arjona, no a él, sus letras, su música, su melodía,  su ritmo, su armonía.
Tampoco sé de música, pero si sé de sujetos nefastos. Arjona es uno de ellos.
Quizá nunca fumó marihuana. Quizá nunca sintió un lcd. Quizá nunca se convirtió como un bastardo horrible bajo alguna droga ilegal o legal.
El mundo es cruel cuando te abandona o cuando tu abandonas al mundo; puedes sentirlo en cada día, en cada respiro, en cada momento en el que miras por detrás de tu hombro y piensas en aquellas cosas que pudiste haber realizado de maneras distintas.
PERO
no todas esas cosas
Algunas deben quedar como están
Es lo mejor, para cuando nosotros no estemos ya mas aquí
Es en esos pequeños, pizcas, pellizcos, agarrones del tiempo, donde ves como se desdoblega su piel, cuando puedes apreciar el verdadero momento de lo que quieres expresar.

LA maldita mezcla!
Ahora es todo un bolo alimenticio, apunto de ser tragado.
Quieres y no quieres abrir los ojos.
Los labios se prolongan y extienden, a dimensiones que no habias vaticinado. Los brazos se apretan y envuelven igual que en la boca; dos bestias enfurecidas por sobreponerse a la otra.

viernes, 21 de abril de 2023

Everything fades

Todo se esfumaba de mi.

        Podría atribuirlo a un sinnúmero de factores que me agobiaban que no tendría ningún sentido escribirlos todos. Sin duda que una buena síntesis sería más práctico: pasado, presente, futuro. Miraba mis manos y las veía traslúcidas, de papel. Recuerdo cuando salí a las 4 de la mañana a conversar con una amiga. Meses más tardes pretendí que recordaba lo conversado, pero en verdad no tenía ni idea: estaba ebrio. Creo que su respuesta fue algo de la índole “estás perdido”. Con 10 años menos me podía leer como un libro abierto. Me sentí desnudo frente a ella. Esos ojos de color hacían lo suyo, miraban a través de mi alma. ¿Soy así de predecible?

        Inclusive si me fuera a otro pueblo, ciudad, estado, país o continente, mierda, inclusive si me fuera a otro planeta, los demonios y fantasmas me acompañarían siempre. ¿La muerte será la única forma de callarlos? ¿El mantenerme ocupado juntando un dinero que en verdad no me importa más allá de la satisfacción inmediata? ¿En qué clase de vergüenza de ser humano me había convertido? ¿Hasta donde llegaba el dolor autoinflingido de mi corazón? ¿El dolor de mi alma convaleciente?

        Era como ese muñón de pierna: sin brazos, sin cabeza. Estaba cansado de mi mismo. De mi apatía, de mi soledad, de mis penas, de mi mente, de ser mi propio crucifijo. Hasta lo notaba en las cosas que escribía. Redundantes en lo mismo. Ya no había ese sarcasmo, esa ironía, las bromas de adolescente o los pensamientos fugaces de cosas banales. El saber más me iba hundiendo más en mí. Lamentablemente, tenía que seguir fingiendo. Mi camino estaba firmado y encementado. Aplanado y rellenado. Como ese hermoso bosque en donde vivía que tarde o temprano se convertirá en más casas, condominios y departamentos para aquellos que comparten una vida familiar, los que se casan por la iglesia, los que reciben la suerte del amor de otro ser humano. Tampoco eso me satisfacía.

        Había placer en la inmediatez del leer, del escribir. En terminar un juego, en completar una misión, en hacer reír a alguien que me gusta, en sentir el respeto de los seres queridos, en ver a mi gato, en juntar mi mejilla con una mujer al despertar, en consolarla sobre mi pecho o que ella lo hiciera en el suyo. Pero no era suficiente. El amor en bandeja lo tiraba por las escaleras. El respeto hacia mi mismo lo perdía en cada grito, en cada cigarro, en cada café amargo. Ni siquiera el desprenderme de la cotidianidad de las drogas era suficiente. Ni siquiera ver el retumbar de las olas en la solitaria costa. Ni siquiera el estar horas vagando por destinos desconocidos sentado en un bus. Me sentía vacío, triste, solitario, cansado, con un permanente dolor de cabeza, una cefalea crónica, un covid desde el día 0 de mi inmunda existencia.  

        Cuando apague este computador y mis dedos dejen de escribir, volveré a colocar los audífonos al máximo. Volveré a sentir la espada atravesando mi carne. Las uñas desgarrando mi cuello. El implacable techo que pronto dejará de estar. Los pies helados me lo recuerdan. La pálida sangre me lo recuerda. Las lágrimas sobre la cal me lo recuerdan. La canción que se repite en loop de una hora me lo recuerda.

        Cargar el celular. Cargar el computador. Enderezar la espalda. Lavarse los dientes. Comer pan pelado. Tomar té sin azúcar. Mirar las estrellas. Subirme a la bicicleta. Ver mi sedentario cuerpo. Ver mi patético reflejo. No quería cambiar nada. No quería ser nada. Estoy condenado. Un pacto firmado. Debía enfrentar el game over. Debía asumir el KA. De pie y solo.

miércoles, 19 de abril de 2023

Stained teeth

I couldn’t avoid a good old black coffee.
        Sometimes, an unavoidable sugar temptation was necessary to grant some extra energy points, but I often preferred just a simple black sugarless coffee, disgusting and hopefully boiling. The ones that you got to wait to taste it, trembling to know if you burn your lips with it.

        Cups always fell, spilling all over the place. That’s when I start using a gift from a friend: a mug from a well know brand of coffee. Was cheaper than buy a new one and also, way more nostalgic. I always have been more practical anyways.
        In any case, in excess, coffee is bad for your health. Also, sugar, drinking water from a kettle, limescale from a kettle, polypropylene that comes off from the mug due to constant use, that nasty ass Nestle coffee cream powder, those cigarettes that came after so you can have that dirt taste on your mouth… As I said, I’m a simple taste guy. Who doesn’t want a little bit of poison? Add another nail to the coffin? Whatever. At this point, we have way worst demons to fight.

        I finish another journal this way. Without any ink in the pen, that a dear friend gave me years ago, who left this world way to early. I even thought it was my fault. That I broke her heart when she knew, somehow, that I was having a relationship with someone else. Maybe not. Maybe I’m just overthinking. I’ll face her grave in a few days, if I find it. A hunch tells me that’s going to be an awful idea if I talk to any relative about my mission, to know where she is. I prefer to find out by myself, asking to the gravedigger in the country’s largest cemetery.
        A leap of faith, a needle in the haystack, looking for a stalemate in chess, the move that Meruem needed to defeat Netero. I will not fail this time. Fucking ink; it ran out in the worst possible time.

        Nevertheless, I was enjoying being in the ghost’s mouth. Slave skeletons were always a sign: they call me. The tide and the waves call me.

Yeah, I was devastated.

I pick’d up my pieces every day; they fell from my hands every night.

Yeah. I was alive.