miércoles, 30 de diciembre de 2015

@Micro 62, "Pasaje 55"

- ¿A donde me dijo que iba?– me respondió el chofer del coleto. La verdad, es que tampoco tenía idea de donde era el lugar.
- Al pasaje 55– hice una pausa, tratando de ver si reconocía algo
– eso me dijeron, que era un pasaje corto y sin salida.
- Mire, parece que allí es
– el chofer apuntó a un pasaje cualquiera, pareciera que no tenía ni puta idea de donde quedaba.
Le di las gracias y me bajé...sobre una mierda. Efectivamente, había aplastado un soberano pedazo de caca de perro de proporciones mutantes. Mi pie se hundió a tal punto sobre la plasta, que ingresó dentro de mi zapatilla, contaminándolo todo.
Me senté en la cuneta, golpeando el zapato contra el asfalto. Cada golpe resonaba en la calle, donde no caminaba ninguna alma. Tan solo yo, el mojón y ese pasaje de mierda, donde completaría la misión.
Al entrar al pasaje divisé lo que me dijeron, "La casa arriba del árbol". Su frondoso follaje no permitía ver sobre este, por lo que tenia que dar el grito de rigor para que me contestasen.
- ¡Tengo puro porro!
– me gritó una desconocida voz desde la camuflada casa, sin siquiera avisar que había llegado.
Tomé el coleto mas cercano y me fui con el pedido. Entre el olor a caca y lo que había comprado, nunca un colectivo había olido tan putrefacto.

martes, 29 de diciembre de 2015

@Mentiras en el trabajo 12, "El demonio de los cabellos blancos", Parte 2

Antes de entrar a ese turno
La víspera navideña siempre hacia que las personas llegasen en masa al super. A última hora pero todos con la alegría y el estrés plasmados en sus caras y que, a pesar del sofocante calor que existe allí dentro mientras haces las compras, pareciera no importarles en lo absoluto. Excepto a una persona.
Mi sopeado nuesni, mi mojada espalda y mi pegajosa polera, todo eso se me olvidó al ver al demonio haciendo fila en una de las cajas. No lo podía creer, Papa Noél me había adelantado el regalo de navidad este año.
Me fui corriendo a la caja para decirle a mi compañero que se fuera. Él no tenía porqué sufrir de la avaricia del demonio, yo era el elegido para combatirlo esta vez y ahora, mas preparado que nunca.
A penas posó su bolsa de pan de 536 pesos sobre la banda magnética, lanzé un fuerte grito hacia el aire mientras desenrollaba el largo pergamino que tenía en mi bolsillo del pantalón.

Tanto la cajera como el demonio y el resto de los clientes en la fila miraban consternados como el empaque escribía algo indescifrable en el largo pergamino, mientras se escuchaba la palabra "¡Sello!" y sus extraños movimientos con las manos hacían todo parecer como un espectáculo de navidad. El gorrito que estaba usando el empaque de viejo pascuero se movía al son del viento que emergió desde el mismo pergamino, mientras que el demonio notó que estaba en problemas y comenzó su transformación final.

Las señoras gritaron, las guaguas lloraron y los señores echaban puteadas o aprovechaban de saquear. El demonio de los cabellos blancos se irguió como un monstruoso ser de 3 metros de alto, donde su blanco cabello horripilante parecían largas serpientes dispuestas a asesinarme. Mi meta era clara, había que mandar a este demonio tacaño y la conchadesuhermana al antro de mierda de donde había salido.
Una de sus serpientes me mordió de lleno en el brazo, pero la corté de inmediato con la pita de mi credencial. Su cabeza cayó al suelo, derritiéndose en una nube de fuego y cenizas. Para este entonces, el supermercado estaba vacio y la gente se agalopaba desde las entradas a ver la pelea.
Me faltaba muy poco para terminar el sellado cuando me vi forzado a correr. Caja tras caja fue destruyendo en su intento por alcanzarme, mientras esperaba no fallar ningún salto esquivando al monstruo ni tampoco equivocarme en el sello.
La caja 1 era el punto final de la batalla. Sus serpientes que lanzaban monedas de 10 pesos las lograba bloquear con la funda de las bolsas, mientras que el resto las golpeaba con el pasador de la caja (un tubo hueco para que corra la banda magnética de la caja).
- ¡Nunca te voy a dar propina! ¡Inútil y subversivo de mierda!– me vociferó con su tono tacaño endemoniado. Para su infortunio, sus insultos y miradas en menos me los pasé por la raja, hasta hoy.
- ¡Chupa el pico, viejo culiao'! ¡Sello!
– sus gritos se hicieron mas pequeños y sus serpientes insignificantes. Su cuerpo fue envuelto en una esfera de energía que ni yo podía explicar, la cual se redujo a un tamaño de una bolita, con él dentro. El crujido de sus huesos y órganos me bastó para cantar victoria y echarme en el suelo, exhausto.
Se había acabado. El viejo había muerto y ya nadie perdería su tiempo en ir a empacarle, nunca más.
Ya han pasado 5 días desde que destruí al demonio. Esta mañana me desperté con un picor, ahí justo donde me mordió una de sus serpientes, espero que no sea nada grave.

viernes, 25 de diciembre de 2015

@Micro 61, "Allá arriba"

Allá arriba
Llegué hace 15 años aquí, cuando algunas calles aun no estaban pavimentadas, casas no estaban construidas y hectáreas de terreno no tocadas por el hombre.
Uno de los primeros lugares por los que pasé, fue la torre de alta tensión que se encontraba en la plaza mas cercana a La Casa. El sonido de la electricidad me llamaba la atención, era desagradable, como un montón de zumbidos sobre el cielo, constantes e infinitos.
Mientras comía mi helado que había comprado en un negocio cercano, observé que en la cima de la torre había una carpa montada sobre unas tablas. Extrañado, fruncí el ceño tratando de verificar si esto era cierto, cuando a mis espaldas una señora que viene pasando me lo cuenta.
Todos le llamaban Elliot, un tipo que desde hace muchos años atrás forzó su camino hacia la cima de la torre, acarreando todas las noches sus implementos para sobrevivir allí arriba.
Cuando se supo de la existencia de Elliot, la justicia no tardó en llegar. Altoparlantes, helicópteros, abogados, hasta incluso el mismo alcalde llegaron a mediar con el tipo, el cuál siempre tuvo su as bajo la manga. Como me contó la señora, Elliot había ahorrado durante sus 26 años de trabajo el dinero para comprar una torre, hacerse dueño de ella y así hacer lo que fuera. Los papeles estaban firmados y todo estaba en orden, así lo comprobó la empresa dueña de la torre. El caos se disipó y nadie más volvió a molestar.
Hace unos meses atrás, que fue cuando tomé esta foto, Elliot ya no vivía allí. De un día para otro, sacó todas sus pertenencias y desapareció, como si jamás hubiese existido. Un chofer de micro dice que lo vio una vez, pero que no está muy seguro si lo era o no. Era inconcebible que el viejo Elliot haya robado una micro y asaltado un banco porqué si. Quizá, a pesar de estar tan alejado de todo, su fortuna se había terminado.
Espero que vuelvas Elliot, enserio.

martes, 15 de diciembre de 2015

@Micro 60, "Tatuajes"

Temíamos lo peor. El coche se había estrellado con el poste de luz, botándolo sobre el otro auto; el causante de todo este accidente. Ahora, estábamos todos apostados. Cuatro patrullas rodeaban la escena, cada uno con tres policías esperando la señal de fuego, excepto uno, yo, el hüeón que tenía que convencerlo de que no dejara la pura zorra.
- ¡Las mano' en alto! ¡Sube las manos, hüeón! ¡Súbelas!
– mi garganta ya se estaba desgastando al igual que los oídos de mis compañeros. Tenia la pura caga' en verdad, pero de todas formas no quería que nadie muriese por la paja que me daba gritar ese día.
Para nuestra sorpresa, el sujeto que conducía el auto causante del accidente se incorporó como si nada. La ausencia de su polera nos mostró todo su torso tatuado, con símbolos extravagantes, raros, inusuales, bizarros, nosé... no sabría describirlos bien pero uta', eran hartos. El tipo subió las manos a la cabeza y comenzó a reír, hacia el aire, hacia la nada. Sus carcajadas llenaban toda la calle, por lo que muchas casas aledañas a la zona comenzaron a prenderse, mientras que gente en pijama salía a mirar con sus bebés llorando en los brazos.
Cuando me disponía a decirle que se diera vuelta y se pusiera boca abajo, las luces de los postes y de las patrullas explotaron. Si, explotaron de repente. Todos nos agachamos, algunos transeúntes gritaron. Mi capitán disparó sin alertarnos, por lo que lo seguimos. El condenado recibió casi todas las putas balas, como un campeón, cayendo como un saco al suelo. Cuando el jefe hizo el ademán de que nos detuviesemos, mi pulso temblaba, tenia miedo, sentí que en algo nos equivocamos, que algo pasamos por alto.
Era Agustín, el comandante de la comisaría de la ciudad. Para cuando el sepulcral "oooooh..." se dejó sentir entre nosotros, los tatuajes del comandante Agustín se desprendieron de su cuerpo mientras este vomitaba sin parar. Sus tatuajes se desprendieron de él, atacándonnos a nosotros y a las personas. El comandante mutó en una bestia negra, peluda y con cara de toro. Estabamos todos heridos, la gente ya había desaparecido y la bestia no se dejó esperar, gritando su victoria a todo el cielo.
De su mano brillaba algo, el cual se iluminaba con el fuego que emanaba de los autos destrozados. Yo lo conocía muy bien, era ese veneno, era esa mierda, esa porquería capaz de transformar a cualquier ser humano. La inconfundible etiqueta no podía ser otra, era Coñac el gaitero.

@Mentiras en el trabajo 11, "¡Este es mio!"

- ¡Este es mio!– me dijo la pequeña niña arrebatando de mis manos el producto. Desconozco que extraño ser se apoderó de mi, el cual me hizo resonar tan solo una palabra en mi cabeza: venganza. No solo una venganza en contra de esta niña, sino que de todos aquellos niños que me habían quitado el producto de las manos durante todo este tiempo.
- Pasa pa' acá– le respondí a la niña que no entendió porqué el joven buenmozo que empacaba estrelló su yogurt "chiquitin" contra el suelo. Me reí a carcajadas, por mucho rato. La madre de la hija me insultaba en mi cara, la niña lloraba, la cajera me preguntaba, "¿Por qué hiciste eso?", mis amigos miraban consternados. No lo sé la verdad, "no sé porqué lo hice" pensaba mientras miraba hacia la nada.

sábado, 12 de diciembre de 2015

@Micro 59, "¡Lo vi en el gourmet!" *

Un día parecido
- ¿Qué hüeá estai' haciendo? –increpó Alberto, observando como tomaba el cuchillo. Mi cara tenía una sonrisa incontrolable; sentía la sangre que se agalopaba en mi cerebro y en las manos, con el pulso acelerado y la cocina girando alrededor, como si me pidiera que explotara; algo andaba mal.
- Estoy bien –le mentí, mirando el cuchillo que tenía en mi mano.Es que... Quiero cortar...Yo quiero cortar.
- Ya pero, ¿Podrías alejar el cuchillo de mi cara? –con un rápido movimiento lo escondí detrás de mi espalda, simulando una sonrisa para que todo estuviera bien.
- ¡Yo puedo, hüeón! –grité con las manos en alto. ¡Lo vi en el gourmet!los gritos de Alberto no los pude oír, vociferando que no cometiera una estupidez, pero ya era muy tarde. Con un frenesí indescriptible, destrocé la cebolla a tal punto de que no servía para nada, ni menos para hacer el sofrito de la salsa.
Mi buen amigo Alberto arregló el desastre; nos mandamos un buen bajón con esos fideos con salsa aquella tarde. Aunque, siento que la carne tenía un extraño sabor, una extraña textura... Desconozco en donde la compré.

domingo, 29 de noviembre de 2015

@Micro 58, "T"

El viaje en la micro me había revuelto el estómago. Me sentía como un barril con su contenido ladeándose lado a lado. Una puta hora de tortura, ¡una hora! todo para no dejar el baño inservible de la casa de mi amigo.
Cuando llegué a mis aposentos, me fui directo al trono. Puta que estaba helado, pero igual apoyé mi culo allí, dispuesto a apretar todos los músculos de mi cuerpo para dejar el malestar. Una vez terminado, me levanté a observar la proeza. Ambos troncos habían quedado en tal forma que formaban la inconfundible letra "T". Me quedé observando un largo rato hasta que mi cerebro hizo sinapsis, "¡Conchatumadre! ¡Verdá que a la mina se le cayó la T!".
Salí corriendo del baño con los pantalones abajo y el culo a medio limpiar, a buscar el celular para mandar el temido whatsapp a la señorita con la que estuve ayer. Jamás me ha dejado de sorprender la capacidad asociativa de mi mente para ciertas cosas.

miércoles, 25 de noviembre de 2015

@Micro 57, "Kira" *


Ups
“Bueno, creo que sera la ultima carta y es la de la despedida Si Bien jamas pense que llegaria pero asi es se que seras feliz eso te lo doy firmado por que cada persona que se aleja de mi lo es ya no ladrara mas la laica ni tendras preocupaciones creo que tengo que asumir lo que soy todos tenemos una senda que seguir y la nuestra no esta trasada juntos A hora mas que nunca se que los cuentos de adas son para los niños y es para darle un motivo por el cual luchar.
No quiero hablar ni escribir de amor para que no pienses que nos veremos denuevo, tampoco de fecha de ida. Solo desearte que encuentres tu rumbo me acuerdo que llegue con una mochila llena de sueños pero no los pude cumplir alomejor no me lo meresia prefiero correr como siempre que hundirte, tienes razón ya soy viejo para luchar por un sueño que requiere tiempo pensaba que podía realisarlo pero bueno ya no hay que lamentarse las maletas están listas y el adios se escribe en este papel Te juro que hubiese querido haber terminado mis días junto a ti pero no fue asi
Como ultimo favor, si puedes o si llama a mi mama dile que su hijo pronto estara en casa y que no gaste plata en venir por que yo voy en camino dile que me demorare pero llegare creo que es lo mejor espero lo hagas para que no se preocupe por lo menos no tengo como hacerlo yo
Bueno tengo tanto que escribir que seria una larga despedida y el que se ba o el que quiere matar se…”


La carta salió volando a través de la reja, jamás llegando a su destino. Esa noche había un fuerte viento, haciendo que la carta volara suficientes metros hasta caer al patio de La Casa. Para mi suerte, justo se me había acabado el confort. La carta me salvó esa mañana.

martes, 17 de noviembre de 2015

@Micro 56, "Rápido y furioso" *

"La presión se agalopaba a la frontera sin retorno y no podíamos aguantar más. Era pleno mediodía y el único lugar fiable para hacerlo era un baño rancio cerca del estacionamiento; la verdad, no nos importaba. Con él venia viajando hace 3 meses desde el sur del país y ya nos habíamos topado con situaciones parecidas. No nos vendría mal otra prohibida acción.
Las paredes del baño tenían caca, papeles con viscoso contenido desbordaban el basurero, el piso mojado con orina y el lavamanos atiborrado de vómito y flemas. Todo eso observaba mientras lanzaba mi azul sostén a la única parte seca del piso, justo antes del coito.
- Me voy a cagar, hüeona –dijo el David mientras saltaba sobre él.
- ¿¡Qué hüeá!? –respondí mientras seguíamos en pleno acto.
- ¡Que me voy a cagar! ¡Sálete! –David me empujó, enredándome con los pantalones y cayendo al mojado y amarillo piso. Nos reímos a carcajadas, a pesar de que mi ano estaba a milímetros del contacto con esas putrefactas baldosas. Él hacia sus necesidades en la taza del baño sin tocarla, como levitando, mientras inundaba los dos metros cuadrados que teníamos con su aroma a mierda.
- ¿Pásame el sostén? –dijo con esa cara tan tierna de él, justo antes de darme cuenta que lo usaba para limpiarse el culo. Seguimos haciendo el amor por media hora más hasta que nos fuimos del lugar, dejando el sucio sostén de lado.
Ayer me enteré de que algún imbécil escribió una historia con el sostén que dejamos. Al leerla nos causó mucha gracia, por lo que te lo agradecemos de corazón, ¡Saludos y sigue escribiendo!".

jueves, 12 de noviembre de 2015

@Micro 55, "En dirección a la nada"

¿Entrada o salida?
- ¿Qué onda esa puerta?– me decía la hermosa mujer que me acompañaba.
- No cacho. Debe haber sido una pifia de diseño, o algo así– la verdad es que no estaba preguntándome sobre esa puerta, sino que contemplaba a la chica todo el rato, como un estúpido zombie que acababa de despertar.

Ya llevábamos allí como media hora, esperando a que abriera el almacén para ir a comprar desayuno. Las nubes tenían un montón de formas, las cuales comentábamos y nos reíamos de las estupideces que se nos ocurrían.
Apenas abrió el almacén, fuimos a comprar. El caballero que atendía siempre había sido amable, por lo que decidí preguntarle sobre el origen de aquella extraña puerta.
- Los demonios niños, los demonios viven allí. Mejor no pregunten y váyanse nomás– eso fue todo lo que nos respondió, por lo que quedamos aun mas extrañados.

Al día siguiente estaba solo, pero igual fui a comprar desayuno. Para mi sorpresa, ella estaba allí, de pie observando la extraña puerta roja.
- Em...¿Holi?– ella no me respondía, sino que pareciera que sus ojos se abrieron mas aún– ¿Qué onda? ¿Que estai' haciendo aquí tan temprano?.
- Esperando que abran el almacén– me respondía mientras se giraba para mirarme a los ojos– ¿Que no íbamos a tomar desayuno?
- Si pero... eso fue ayer. ¿No te acuerdas?– su respuesta gatilló un profundo dolor en mi cabeza me invadió. Me llevé ambas manos a mi cráneo mientras ella aun me observaba. Dentro de la nube de imágenes y dolor que experimentaba, la hermosa mujer escaló hacia la puerta, abriéndola con un leve empujón. A mis espaldas escuchaba al caballero del almacén gritar que no lo hiciéramos, pero ya era demasiado tarde.
No recuerdo nada más. Desperté en mi cama, con ella al lado, sonriendo y diciéndome los buenos días.
- ¿Estai' bien?– me preguntaba con ese tono angelical suyo.
- Eh... si. O sea, tuve un sueño raro.
- ¿Sobre la puerta?– la miré consternado, y ella pareció notarlo– No te preocupis', hüeón. Si esa puerta no llevaba a nada– los ojos de ella ya no eran los mismos, su delicada piel tampoco– De hecho, mira, acompáñame.
A sabiendas de mi destino, la seguí hacia la puerta de mi pieza. Al abrirla, el sol me cegó. La puerta de mi pieza ya no daba al pasillo de mi casa. La puerta roja blindada era la salida a la muerte, a la que ella me envió empujándome por la espalda. La escuché reír por última vez... Me gustaba oírla reír.


martes, 10 de noviembre de 2015

@Micro 54, "Témele a Baxter" *

El encuentro con Baxter.
Todo había confabulado para que saliera temprano de clases: desde el corte de luz en la universidad hasta la extensión del plazo para entregar un trabajo. Todo coincidió para que tuviera que toparme con el maldito de Baxter.

Baxter era el mas buscado de la villa. Había asaltado el supermercado, diversos almacenes y hasta dicen que había robado tres cajeros automáticos de la ciudad. Los carteles de "Se busca" estaban por todos los postes y paredes que te encontraras, lo que siempre me hacía pensar sobre, "¿Cómo voy a tener tan mala suerte para toparme con el puto de Baxter?".
 

Aprovechando que la micro iba vacía, me senté al fondo para creerme uno de esos matones territoriales de micro. Escuchando música, recosté la cabeza en el asiento y así me fui, semi dormido hasta casi llegar a mi destino.
El chofer freno sin aviso, yéndome hacia adelante pero alcanzando a afirmarme. "¿!Qué hüeá¡?", pensé mientras el chofer le hacía a alguien un gesto de que se corriera del camino.  Y allí estaba, era él y el chofer no lo conocía, era Baxter, el matón de la villa. Su inconfundible chaqueta negra, los lentes de sol, botas oscuras ajustadas, el largo pelo castaño y sus pantalones también negros.
Baxter estaba parado en medio de la calle, sin hacer movimiento alguno, mirando hacia la nada. La bocina sonaba y sonaba, pero Baxter seguía de pie, como si no estuviésemos ahí.
A sabiendas de todo lo que había cometido el maldito Baxter, noquié al chofer de una patada, enviándolo al suelo. Abrí la puerta de adelante y grité:
- ¡Hey! ¡Hey, Baxter! ¡Soy yo, Elliot! –procuré hacerlo bastante fuerte, a sabiendas del trance en el que estaba. Ayer habíamos probado la misma droga.
- ¡Buena, Elliot! –Baxter se quitó los lentes y subió a la micro, dejando a un lado del camino el cuerpo inconsciente del chofer.
Partimos sin ninguno de los dos saber como manejar una micro. Aquella mañana nos llevamos el cuarto cajero automático de la ciudad. Fue bueno haber visto al loco de Baxter otra vez.

domingo, 8 de noviembre de 2015

@Micro 53, "¿Préstame la tijera?" *

La tan temida tijera
- Está largo el pasto ah... –dijo Erik cuando cruzaban el antejardín.
- No tengo con qué cortarlo
–respondió Lucas.– ¿Tú no tienes algo que me prestes?
- Creo que en mi casa tengo una tijera pero... 
- ¡¿Préstamela?! –le interrumpió Lucas, poniendo las manos en sus hombros. Te la devuelvo el finde', ¡lo juro!

Erik fue el domingo de esa semana a buscar la tijera, luego de que Lucas le avisara. Eran grandes, de esas que usan para cortar pasto... Que deberían usarse para cortar pasto... De esas que fueron creadas con la función para cortar pasto. Es por eso que Erik miró muy extrañado cuando Lucas le paso la tijera... bañada en sangre.
- ¡Pero hüeón!
dijo Erik exigiéndole una explicación a su amigo. ¡¿Qué chucha hiciste con la tijeras?!
- Corté el pasto respondió casi automáticamente Lucas, con una perdida y desintersada mirada.
- Lucas culiao'... Esta hüeá es sangre –contestó apuntando a las rojas costras que repletaban las cuchillas.
- Corté el pasto –reiteró Lucas.
- ¡Sale, culiao'! ¡Limpia la hüeá conchadet...Erik no pudo finalizar su insulto. En dos segundos, Lucas se colocó a su lado, con la boca muy cerca de su oreja.
- ¿Quieres que también –Lucas hizo una incómoda pausa, dejando brotar su entrecortada respiración en el oído de su amigo....corte tu pasto?
- N... No, Lucas... No...Tranquilo... Erik tomó las tijeras y las escondió bajo el brazo, retrocediendo despacio y cauteloso hasta cerrar la reja entre ellos para huir inmediato del lugar.
Lucas se quedó mirando un buen rato sus manos, girando sus palmas y observando sus uñas. Se quitó la roja mugre de una de ellas y lanzo un escupe al suelo, maldiciendo. Dio un profundo suspiro antes de entrar a su casa otra vez.

viernes, 6 de noviembre de 2015

@Micro 52, "Salta" *

- ¡La micro! –grité a mi amiga antes de salir corriendo. ¿Conocen la Ley de Murphy? Pués búsquenla. Entenderá que aquí cometí mi primer error, ignorar esa ley.
Aún no llegaba ni a la esquina cuando el semáforo daba la luz naranja, justo donde doblaba la micro que me llevaría a casa. "¡A la mierda! ¡Demás llego!", pensé mientras recordaba todas esas clases de salto largo y salto triple en la media, esas veces que jugué "Track & Field" en el poli o esos aburridos juegos olímpicos que tuve que ver porque estaba enfermo en la cama.
El salto fue espectacular. Miraba bajo mis pies a niños, mujeres y hombres apresurados, como se quedaban atónitos ante mi magistral performance. Era como si todo ocurriese en cámara lenta... mo si todo... Ocurriese... En...
- ¡Llévenlo a urgencias!
- ¡Llamen a la ambulancia!
- ¡Cuidado con la niña!
- ¡El culiao' saltó! ¡Lo vi!
- ¡Déjame pasar, hüéon! ¡Es mi amigo! –la voz de mi amiga fue lo último que escuché antes de perder el conocimiento allí, en plena calle.

Tiempo después, cuando me dieron el alta, le di las gracias por haberme cuidado y llevado al hospital luego del atropello. La otra vez me la encontré, curiosamente, en la misma esquina.
- Aún hay algo que no entiendo, hüeón
–ella hizo una pausa, como recordando lo gracioso que fue.¿Porqué chucha saltaste si ni cagando llegabai' a la otra esquina?
- Te juro que pensé que llegaba –en verdad me daba vergüenza responderle que fue de puro ahüeonao 
nomás.

martes, 3 de noviembre de 2015

@Micro 51, "Corta"

- A conocimiento del juzgado, de que su Casa ha sido clasurada para posterior remate, hago constancia de lo siguiente: Se le ha acusado de infringir la moral, traspaso y daño de propiedad privada, atentar contra las buenas costumbres, asesinar animales e insectos pequeños, traicionar a personas, mentirles a otras, atentar contra su propio cuerpo, golpear e insultar a personas, descargar pornografía, música y películas sin el permiso legal, ruidos molestos a altas horas de la noche y otras causas que no las puedo ni siquiera mencionar pero, que usted está al tanto. ¿Señor Pedro, tiene algo que decir en su defensa siendo que no quizo tener un abogado?.– El silencio permanecía intacto luego de que el juez terminara de hablar. Pedro se reía mientras recordaba cada una de las cosas allí ocurridas, hace ya un buen tiempo.

- ¿Señor Pedro
?– reiteraba el juez.
- Fué nomas po'
– contestaba Pedro.
- ¿Disculpe?
– el juez parecía no comprender.
- ¡Que fúe nomás la weá po'!
– vociferó Pedro poniéndose de pie.
   Pedro fue condenado a cadena perpetua.