- ¿A donde me dijo que iba?– me respondió el chofer del coleto. La verdad, es que tampoco tenía idea de donde era el lugar.
- Al pasaje 55– hice una pausa, tratando de ver si reconocía algo– eso me dijeron, que era un pasaje corto y sin salida.
- Mire, parece que allí es– el chofer apuntó a un pasaje cualquiera, pareciera que no tenía ni puta idea de donde quedaba.
Le di las gracias y me bajé...sobre una mierda. Efectivamente, había aplastado un soberano pedazo de caca de perro de proporciones mutantes. Mi pie se hundió a tal punto sobre la plasta, que ingresó dentro de mi zapatilla, contaminándolo todo.
Me senté en la cuneta, golpeando el zapato contra el asfalto. Cada golpe resonaba en la calle, donde no caminaba ninguna alma. Tan solo yo, el mojón y ese pasaje de mierda, donde completaría la misión.
Al entrar al pasaje divisé lo que me dijeron, "La casa arriba del árbol". Su frondoso follaje no permitía ver sobre este, por lo que tenia que dar el grito de rigor para que me contestasen.
- ¡Tengo puro porro!– me gritó una desconocida voz desde la camuflada casa, sin siquiera avisar que había llegado.
Tomé el coleto mas cercano y me fui con el pedido. Entre el olor a caca y lo que había comprado, nunca un colectivo había olido tan putrefacto.
- Al pasaje 55– hice una pausa, tratando de ver si reconocía algo– eso me dijeron, que era un pasaje corto y sin salida.
- Mire, parece que allí es– el chofer apuntó a un pasaje cualquiera, pareciera que no tenía ni puta idea de donde quedaba.
Le di las gracias y me bajé...sobre una mierda. Efectivamente, había aplastado un soberano pedazo de caca de perro de proporciones mutantes. Mi pie se hundió a tal punto sobre la plasta, que ingresó dentro de mi zapatilla, contaminándolo todo.
Me senté en la cuneta, golpeando el zapato contra el asfalto. Cada golpe resonaba en la calle, donde no caminaba ninguna alma. Tan solo yo, el mojón y ese pasaje de mierda, donde completaría la misión.
Al entrar al pasaje divisé lo que me dijeron, "La casa arriba del árbol". Su frondoso follaje no permitía ver sobre este, por lo que tenia que dar el grito de rigor para que me contestasen.
- ¡Tengo puro porro!– me gritó una desconocida voz desde la camuflada casa, sin siquiera avisar que había llegado.
Tomé el coleto mas cercano y me fui con el pedido. Entre el olor a caca y lo que había comprado, nunca un colectivo había olido tan putrefacto.