Allá arriba |
Llegué hace 15 años aquí, cuando algunas calles aun no estaban pavimentadas, casas no estaban construidas y hectáreas de terreno no tocadas por el hombre.
Uno de los primeros lugares por los que pasé, fue la torre de alta tensión que se encontraba en la plaza mas cercana a La Casa. El sonido de la electricidad me llamaba la atención, era desagradable, como un montón de zumbidos sobre el cielo, constantes e infinitos.
Mientras comía mi helado que había comprado en un negocio cercano, observé que en la cima de la torre había una carpa montada sobre unas tablas. Extrañado, fruncí el ceño tratando de verificar si esto era cierto, cuando a mis espaldas una señora que viene pasando me lo cuenta.
Uno de los primeros lugares por los que pasé, fue la torre de alta tensión que se encontraba en la plaza mas cercana a La Casa. El sonido de la electricidad me llamaba la atención, era desagradable, como un montón de zumbidos sobre el cielo, constantes e infinitos.
Mientras comía mi helado que había comprado en un negocio cercano, observé que en la cima de la torre había una carpa montada sobre unas tablas. Extrañado, fruncí el ceño tratando de verificar si esto era cierto, cuando a mis espaldas una señora que viene pasando me lo cuenta.
Todos le llamaban Elliot, un tipo que desde hace muchos años atrás forzó su camino hacia la cima de la torre, acarreando todas las noches sus implementos para sobrevivir allí arriba.
Cuando se supo de la existencia de Elliot, la justicia no tardó en llegar. Altoparlantes, helicópteros, abogados, hasta incluso el mismo alcalde llegaron a mediar con el tipo, el cuál siempre tuvo su as bajo la manga. Como me contó la señora, Elliot había ahorrado durante sus 26 años de trabajo el dinero para comprar una torre, hacerse dueño de ella y así hacer lo que fuera. Los papeles estaban firmados y todo estaba en orden, así lo comprobó la empresa dueña de la torre. El caos se disipó y nadie más volvió a molestar.
Hace unos meses atrás, que fue cuando tomé esta foto, Elliot ya no vivía allí. De un día para otro, sacó todas sus pertenencias y desapareció, como si jamás hubiese existido. Un chofer de micro dice que lo vio una vez, pero que no está muy seguro si lo era o no. Era inconcebible que el viejo Elliot haya robado una micro y asaltado un banco porqué si. Quizá, a pesar de estar tan alejado de todo, su fortuna se había terminado.
Espero que vuelvas Elliot, enserio.
Cuando se supo de la existencia de Elliot, la justicia no tardó en llegar. Altoparlantes, helicópteros, abogados, hasta incluso el mismo alcalde llegaron a mediar con el tipo, el cuál siempre tuvo su as bajo la manga. Como me contó la señora, Elliot había ahorrado durante sus 26 años de trabajo el dinero para comprar una torre, hacerse dueño de ella y así hacer lo que fuera. Los papeles estaban firmados y todo estaba en orden, así lo comprobó la empresa dueña de la torre. El caos se disipó y nadie más volvió a molestar.
Hace unos meses atrás, que fue cuando tomé esta foto, Elliot ya no vivía allí. De un día para otro, sacó todas sus pertenencias y desapareció, como si jamás hubiese existido. Un chofer de micro dice que lo vio una vez, pero que no está muy seguro si lo era o no. Era inconcebible que el viejo Elliot haya robado una micro y asaltado un banco porqué si. Quizá, a pesar de estar tan alejado de todo, su fortuna se había terminado.
Espero que vuelvas Elliot, enserio.