El viaje en la micro me había revuelto el estómago. Me sentía como un barril con su contenido ladeándose lado a lado. Una puta hora de tortura, ¡una hora! todo para no dejar el baño inservible de la casa de mi amigo.
Cuando llegué a mis aposentos, me fui directo al trono. Puta que estaba helado, pero igual apoyé mi culo allí, dispuesto a apretar todos los músculos de mi cuerpo para dejar el malestar. Una vez terminado, me levanté a observar la proeza. Ambos troncos habían quedado en tal forma que formaban la inconfundible letra "T". Me quedé observando un largo rato hasta que mi cerebro hizo sinapsis, "¡Conchatumadre! ¡Verdá que a la mina se le cayó la T!".
Salí corriendo del baño con los pantalones abajo y el culo a medio limpiar, a buscar el celular para mandar el temido whatsapp a la señorita con la que estuve ayer. Jamás me ha dejado de sorprender la capacidad asociativa de mi mente para ciertas cosas.
Cuando llegué a mis aposentos, me fui directo al trono. Puta que estaba helado, pero igual apoyé mi culo allí, dispuesto a apretar todos los músculos de mi cuerpo para dejar el malestar. Una vez terminado, me levanté a observar la proeza. Ambos troncos habían quedado en tal forma que formaban la inconfundible letra "T". Me quedé observando un largo rato hasta que mi cerebro hizo sinapsis, "¡Conchatumadre! ¡Verdá que a la mina se le cayó la T!".
Salí corriendo del baño con los pantalones abajo y el culo a medio limpiar, a buscar el celular para mandar el temido whatsapp a la señorita con la que estuve ayer. Jamás me ha dejado de sorprender la capacidad asociativa de mi mente para ciertas cosas.