domingo, 28 de junio de 2015

@Micro 26, "Empos 23"

Los árboles eran desprendidos de sus raíces. Los animales aullaban a la nada mientras eran levantados del suelo. Autos y edificios enteros se desarmaban hacia el abismo. Personas intentaban protegerse pero eran arrastradas igual. Empos 23, el hoyo negro mas grande de aquel sector no se detenía. Los científicos, expertos y astronautas sabían al respecto, pero no tenian interés en detenerlo. "Era ahora o nunca, habia que reiniciarlo todo", decían algunos que fueron condenados por no avisar a tiempo.
Empos 23 habia crecido a tal punto que se aceleraron proyectos espaciales para conquistar otros planetas. Gobiernos y continentes enteros se unieron para apoyar la mano de obra, el talento y la productividad en el espacio. Diversas naves se crearon para repartirse por el espacio y el caos comenzó.
Pagaban cifras enormes por un asiento, pero a los cientifícos ya no les valía nada el dinero ni mucho menos al gobierno. La idea era dejar el planeta, pronto.
A medida que Empos 23 se acercaba, las naves despegaron en diversas direcciones, siendo varias absorbidas por el agujero y desintegradas en formas que nadie podia comprender.
Cuando llego el último día, Empos 23 se encontraba cerca de aquel sector, arremetiendo con todo lo que se alojaba allí. Estrellas, cometas, meteoritos y nebulosas.

Solo una nave pudo huír de la tragedia, en la que solo habian dos personas, un hombre y una mujer, los cuales sin saberlo emprendieron su viaje hacia un planeta llamado Tierra. Empos 23, por otra parte, sigue avanzando.

@Micro 25, "Sardinas en tomate" *

Tenía una resaca horrible. Mi cerebro palpitaba como si este retumbara en un pozo lleno de alcohol. Me levanto hacia el baño para mirarme al espejo. Abro la pegajosa boca que desprende un horrible aliento. Orino pensando en lo que sucedió ayer, sin éxito. El sonido del pichí cayendo en el agua de la taza me provoca dolor hasta el hipotálamo.
Bajo al primer piso y me encuentro con un desastre. Hombres y mujeres durmiendo en el suelo; algunos abrazados a animales, otros sobre velas derretidas. Cientos de colillas de cigarros, botellas y latas por doquier, todo sumaba al momento de sentir el hedor en el ambiente.
Me acerqué a tomar agua a la cocina, cuando escucho desde el patio alguien quejándose. Una mujer desconocida estaba con una polera mía, en rodillas y sollozaba, "me duele... me duele". Me acerco a ella mientras bebo un vaso de agua. Ella levanta la mirada hacía mi y balbucea.
- ¿Me lo sacas?... Porfa... –la mujer tenía la cara pálida, sus pupilas dilatadas y los labios secos. Estaba a punto de desmayarse.
- ¿Qué cosa? –pregunté en un falso tono de preocupación, bebiendo otro poco de agua.
- La... sardina... –dijo jalando la basta de mis pantalones.
- ¿Qué?veo como se da vuelta y me lo muestra. En su vagina tenía alojada una de esas latas ovaladas de sardinas en tomate, la cual estaba atascada allí, dentro de su panocha.

Dos horas después de haberle quitado la lata de sardinas con un alicate, la mujer dormía en mi cama. Habíamos hecho el amor, o así ella lo sintió. Buscando unos cigarros en el velador, observo que en el interior del cajón hay otro montón de latas de sardinas en tomate. Las observo un largo rato para luego cerrar el cajón. El cigarro hoy tenia otro sabor.

miércoles, 24 de junio de 2015

@Micro 24, "Sin shampoo"

Alfonso se estaba duchando para despertar. La noche anterior había sido devastadora y la resaca no le dejaba pensar con claridad. Cuando tomó su shampoo, se percató de que a este le quedaba solo lo que estaba adosado al envase. Mientras el agua corría por su cuerpo, introdujo el dedo por el orificio que cubría la tapa para sacar algo de shampoo pero sin éxito. Sostuvo el envase en alto mientras el agua de la ducha caía dentro. Cuando sintió el envase a medio llenar, lo retiró para lavarse.
Sorpresa fue la suya cuando el fondo del envase se derritió, provocando que cayera directamente al piso de la ducha, el que comenzó a emanar un olor extraño y a trizarse.
"¡Concha de tu madre!" exclamó Alfonso mientras  salía de la ducha antes de que esta tuviera una grieta en ella. Cerró el agua y observó como lo que él creía que era shampoo, comió todo el suelo de la ducha y dio paso a una escalera oxidada que seguía hasta perder la vista. Emocionado, Alfonso se colocó unas zapatillas, polera y calzoncillos y comenzó a grabar de inmediato mientras descendía por el extenso agujero.

Alfonso percibió como la temperatura ascendía, pero aun no era molesto. La escalera crujía y aun caían algunas gotas desde su ducha. Luego de llevar varios minutos descendiendo, la escalera terminó. Se quitó una zapatilla y la lanzó, tocando fondo justo debajo de la escalera. Saltó hacia el extraño suelo, el que olía a tierra de hojas y pasto mojado. Se colocó su zapatilla apoyándose en las paredes que emanaban el mismo aroma y que tenían diversas raíces que se desprendían de allí.
Con la luz de su celular, vio como el camino se estrechaba, tanto de arriba como de los costados, hasta un punto en que comenzó a andar de rodillas para salir al exterior. Era de noche, luces habían en el cielo, y un árbol enorme estaba sobre una colina. Alfonso estaba impactado, pero no sentía temor. Comenzó a avanzar sigilosamente hacia el árbol, el cuál sentía que lo llamaba. A unos metros de este, una voz retumbó en su cabeza, "Alfonso... Alfonso... sigue hacía mí" hipnotizado y sin oponerse, le hizo caso. Se sentó en la falda del árbol, apoyando su espalda contra este. Nuevamente la voz le habló, "Alfonso... no necesitas nada mas para vivir que yo" escuchó antes de que el sol comenzara a salir. Los primeros rayos iluminaron los frutos del árbol. "Ahora lo entiendo todo" pensó Alfonso.
Los frutos no eran nada mas que botellas... botellas de cerveza. Y en sus etiquetas decían una sola gran palabra... "Baltica".

lunes, 22 de junio de 2015

@Micro 23, "Niebla bajo el sol"

Me picaba la garganta. La bufanda ya no servía de nada y el día anterior no me había abrigado bien.
Ahora, ya eran las 9am otra vez y debía ir a trabajar. Cerré la puerta y coloqué mi vista sobre la calle; la niebla espesa y helada se cernía sobre el asfalto, la cuál solo me dejaba ver como dos metros mas allá, por lo que inicié mi camino de manera precavida.

Mientras pensaba en si me había puesto suficientes calcetines, escucho un accidente a metros de mi. No sabía que dirección tomar, por lo que me adentré un poco más en la niebla. Me picaba aun mas la garganta.
Seguí avanzando, teniendo cuidado de no tropezarme con algo, hasta que observé la escena. Un auto había colisionado con un furgón escolar. No oía gritos ni bocinazos, la niebla silenciaba todo, tuve miedo. Mis ojos miraron hacia atrás, o lo que parecía ser "mi atrás". La niebla me cegaba, todo era blanco y el frió se intensificaba, estaba desorientada. La garganta me está molestando demasiado.

Escuché un masticar y mi cuerpo se erizó. La niebla se disipó un poco ante mis ojos, los que observaban como los ocupantes de ambos vehículos se mordían, mascaban y comían entre ellos. Uno de ellos que parecía ser un niño me observa. Veo que me olfatea con lo que parecía ser el resto de nariz que le quedaba. Su ropa rasgada con sangre y sus ojos blancos no hicieron otra cosa que paralizarme aún más. Grita muy fuerte antes de lanzarse contra mi. Mi garganta me duele.

Antes de siquiera atinar a cubrirme, el niño se hace pedazos en el aire, desintegrándose en una nube de sangre seca y huesos carcomidos. Me quedó mirando sorprendida como cada uno de los que parecían ser humanos, se deshacen en restos grotescos de carne.
Tapándome la cara con mi antebrazo, me acerco a un parabrisas de uno de los autos para ver si alguien sobrevivió. Pero tan solo vi a una persona. Me devolvía la mirada con unos ojos blancos penetrantes. Un pelo largo que no se lavaba hace días. Una mochila vacía y roñosa. Y una garganta... rascada a tal punto que se veía su interior, seco y coaguloso.
Desplomada en el suelo, sentí los primeros rayos del sol que me daban calor. A pesar de ello, la niebla seguía allí abajo, seguía bajo el sol.
La garganta ya no me picaba.

domingo, 21 de junio de 2015

@Micro 22, "SMS"

"Recordé que me diste tu número ese día que te encontré en la calle, y que hablamos por harto rato hasta que intentaste explicar porqué te fuiste. Me dejaste solo, sin comida y sin madre. Ahora, que estoy a punto de ser un profesional, me percaté de que jamás te necesité.
Eres un imbécil con suerte, en donde un buen espermatozoide tuvo el PRIVILEGIO de fecundar a mi madre. En cambio tú, padre, siempre serás ese residuo, esa merma, ese relave que se va directo a la mierda. VALIS CALLAMPA WEON. Y no, nunca lo entendí, pero a estas alturas, me importa un pico porque te fuiste, vagabundo culiao"
.

Sebastían, mientras trabajaba, recibió la respuesta a su largo mensaje de texto. Decía lo siguiente:
"tngo unos mensajes de ste cel. ten mas cuidao te tomai 2 tragos i se te le pelan los cables". Su padre le había dado un número falso, no tenia intención de ver a su cagá' de hijo.

miércoles, 17 de junio de 2015

@Micro 21, "Flato en el corazón"

Su familia le dijo que se midiera. Sus amigos le comentaron que debia estar tranquilo. Su hermano le rogó que se calmara. Aun así, hizo caso omiso de las advertencias y salió de todas formas. La noche era muy helada, casi tanto como en el antiguo país en donde residía y trabajaba, pero era el momento de hacer uso de su día libre.
Invitó a su esposa, la cuál no sabia la razón exacta de la salida pero que de todas formas accedió a acompañarlo. Ella estaba despampanante, como siempre. Él, por otro lado, le abrió la puerta en pijamas, el cuál aún expelía ese aroma a paredes anales derretidas.
Sin sacarse las pantuflas, comenzó a manejar a altas horas de la noche. Se había lavado los dientes y se fumó un cigarro, pero sabía que la botella de mezcal que se tomó, junto con una línea de la mas exclusiva cocaína antes de despertar a su esposa, era una gran error.
Su esposa aborrecía sus gases, por lo que cuando ella lo acompañara, estaba totalmente prohibido que expulsara cualquier gas. Ebrio y drogado, entendía ello, por lo que se aguantó. Su gas se acomodó en su estómago, subió a su esófago y también bajó hasta su ano pero no encontraba escapatoria. Tomó un torrente sanguíneo, el cuál pasó por el corazón y allí se alojó. Este, desesperado y latiendo muy rápido, comenzó a abrir una boca llena de dientes, que terminó por eruptar.
Arturo, apretándose su pecho, no pudo controlar el automóvil. Sumado a su condición actual, el gas lo atacó con una profunda punzada, colisionando dramáticamente con otro vehículo.
Arturo está arrepentido de sus acciones, al parecer.

martes, 16 de junio de 2015

@Micro 20, "Los autos sobre las olas"

En su alocado intento por controlar el mundo, Jacinta se adentra en las arenas con su jeep 4x4. Su idea era que cuando el jeep tocase las olas, este de alguna manera podría flotar, para luego activar el botón que su mecánico le añadió, convirtiendo su auto en un submarino.
Jacinta vio todo claro. Su jeep avanzaba junto a las olas, cabalgaba sobre ellas como si fueran lomas de tierra. El olor a mar, los pequeños granos de arena en su cabello, todo era cierto, todo.
Luego de salir del éxtasis, recordó presionar el botón. En un instante se sumergió hacia lo mas profundo del mar, en busca de brillantes perlas que la proveerían de dinero por toda su vida, con las cuáles sabría que nunca mas debería trabajarle un peso a nadie.

- ¡Soy la reina del mundo y puedo hacer lo quiera! ¡Hijos de perra! exclamaba bajo el agua, mientras esta se colaba por su garganta y pulmones. Jacinta se ahogó en su afán por, de alguna manera, conquistar el planeta.
A lo lejos, un joven distraído observaba a una niña de 5 años simular que se ahogaba en la arena. Sus padres, a unos metros, estaban teniendo relaciones sexuales. Eran las 12:30 de la tarde.

sábado, 13 de junio de 2015

@Micro 19, "El señor de los perros"

Sus perros no sabían el nombre de su dueño, pero siempre lo seguían a donde fuese. Cada vez que su amo salía, los miraba con una sonrisa en la cara. Ellos lo olían, abrazaban y movían la cola. Se amaban y respetaban mucho desde que cada uno de ellos fue rescatado.
Cuando les abría la puerta, todos salían corriendo en distintas direcciones pero siempre cuidando no alejarse de él. Su amo salía siempre con un gorro de copa, donde su túnica le hacia juego con su delgada varita de roble.

El sol de la mañana les encantaba, su pelaje absorbía todo su calor y no conocían el frio. Todos los perros se dispersaban para oler otras cosas. Uno de ellos, Charlie, era el mas fiel. Siendo el primer rescatado y ya con 11 años encima, sabía que era el líder de la manada y lo seguiría siendo hasta el día de su muerte. Conocía a su amo a la perfección y su amo a él, pero hoy algo lo descolocó. Su amo se veía fatigado, su cara algo demacrada y su singular máscara blanca con la que salía a pasearlos no la llevaba puesta.

Charlie se acercó a su amo, el cuál leía un papel con una mirada de tristeza. Charlie había aprendido el idioma de los humanos, no completo, pero si sabia leer palabras cortas. Con una pata le sacó el papel a su dueño, el cual siguió mirando fijo hacia la nada. Apreció las palabras en rojo que decían, "1 semana de vida".
Charlie habló con sus hermanos, ladrándoles lo ocurrido. Todos se acercaron a saludarlo y ahora Charlie sabía que su amo lo entendía. Este día era su despedida, un último paseo para todos que todos tomaron con alegría. Su amo sonría otra vez, dio un salto y cogió su máscara, colocándosela donde siempre y exclamando "¡A LA LUCHA!".

Todos los perros se formaron dos líneas, las cuales acarreaban un trineo que permanecía invisible. Charlie los entrelazó a todos con mucha rapidez, mientras su amo se subía el trineo y emprendían el vuelo. Esa noche, capturaron mas criminales que nunca, dándoles paz a la ciudad por mucho tiempo.
Charlie a la mañana siguiente fue a despertar a su amo, se introdujo a la pieza a lamerle su mano, pero esta ya estaba helada. Su aroma ya no estaba y sabía que el no estaba mas allí.

Charlie les dijo a unos que cavaran la tumba y otros que lo ayudaran a cambiarlo y prepararlo. La ceremonia fue corta, todos aullaban y algunos miraban cabizbajos. Charlie estaba ladrando que debían mantener el recuerdo y ahora, cada uno se valdría por si mismo para encontrar su vida.
Los aullidos eran mas intensos, y las lágrimas brotaban de algunos. Charlie se contuvo mucho tiempo pero al momento de enterrar a su amo, no pudo aguantar el llanto.
Pasado un buen tiempo, cada uno de ellos falleció por diversas razones, pero Charlie se mantuvo extrañándolo cada día y juró que lo haría para siempre. Charlie pereció en la misma casa de su amo."

Charlie dejó el lápiz en la mesa. Estaba cansado y se estiró en la silla. Se levantó y se miró la cara. Aun se sentía como un perro. Charlie había reencarnado,  para contarles a todos de su amo, el gran señor de los perros. Charlie ahora era un gato.



viernes, 12 de junio de 2015

@Micro 18, "¿Qué hice mal?" *

Y allí estaba ella, sentada con la misma elegancia de siempre. Me quité la mochila y busqué desesperado en el bolsillo lateral, el más largo que había para que no se arrugara. Observé la carta con bastantes dudas, sin darme cuenta que sus amigas se habían percatado de mi presencia. Fruncí el ceño recordando toda la fe y cariño que puse en aquellas palabras. Me acerqué, con la frente en alto.
- Disculpa, ¿tienes un minuto? –dije tratando de mantener mi voz firme y coqueta.
- Pero claro, ¿Qué pasa? contestó mientras tendía el blanco sobre, el que había rociado con mi desodorante, aquel que me había dicho que le gustaba. Ella la mira con desprecio, tapándose la nariz al igual que sus amigas, sin yo entender porqué. Comienza a leerla, para mi sorporesa, en voz alta:

"La semana pasada vi que salias del baño algo pálida. Pensé que tenías un altercado estomacal y entré para oler si era cierto o no. Tú sabes que me gusta ayudarte siempre que pueda, a pesar de que me evites e ignores. Tu perfume tan particular inundaba el cubículo, tratando de cubrir el olor  a mierda que aún yacía allí, flotando en el agua. 
En un acto que consideré de puro y sana devoción hacia ti, mi amada, decidí orinar sobre tu hermosa caca, formando un dorado caldo de fragante amoníaco e islas de metano sólido que simulaban crutones, fundiéndose en un profundo abrazo digno de una novela de Shakespeare.
Para cuando terminé, tomé lápiz y papel y redacté esto en aquel preciso instante, cuando decidí querer y desearte por siempre... Te amo."

Antes de llegar a la parte del "caldo", ya había recibido una sonora cachetada que casi me saca la cabeza de mi cuello. Indignada, mi amada vociferó algo sobre "los pacos" y "sucio de mierda" pero yo seguía sin comprender, viendo mi carta arrugada irse a lo lejos producto del viento y preguntándome: "¿Qué hice mal?".

miércoles, 10 de junio de 2015

@Micro 17, "Los gentiles"

Todos lo sabían en el pueblo, nadie lo dudaba. Y, aun así, nadie hablaba de ello. Vivían como cualquier habitante, comían como cualquiera y tenían emociones como todos. Los mas altos podían llegar con mucha suerte a casi el metro, pero casi siempre eran menor a 50 centímetros. Pequeños humanos que vivían en las cavernas de este pueblo a veces eran vistos por la población.Dentro de estas cavernas albergaban un mundo prohibido para el humano promedio. Es por ello que solo algunos eran privilegiados de sus conocimientos y verdades.
Uno de los chamanes del pueblo, en un intento desesperado por hacer que lloviera, decidió ir en busca de los seres. Su pueblo era azotado por una fuerte sequía y ya muchos estaban emigrando hacia la costa y la urbanización.

La noche ya apremiaba, por lo que no tenia mucho tiempo para andar en los roquerios que ocultaban aquellos secretos. Varios murieron intentando encontrarse con alguno de ellos, por lo que sabía que debía tener precaución.
De pronto, su cuerpo se congeló. Sintió como sus pelos se erizaban al sentir que le jalaban sus ropajes por la espalda. Al darse vuelta, bajó la mirada y dos seres le sonreían. "Son ellos" pensó sin ninguna duda. Uno de estos le hizo un gesto para que los siguiera, por lo que asintió.
Caminaron y escalaron un largo trecho. "Verlos moverse era un deleite a la vista, se notaba que ellos conocían de hace décadas este pueblo... o incluso siglos."
Cuando llegaron a la entrada, la luz del sol no existía. Una gran luna llena iluminaba el roquerio y los seres, aun sonrientes, le indicaron que entrase. "Penumbras" era todo lo que el chamán veía. Ni un rayo de luz circundaba la entrada a aquella cueva, pero estaba muy seguro de que era mucho mas grande de lo que aparentaba.
De manera tortuosa, comenzó a descender por un largo camino de piedra hasta que lo vio. Un ser de ellos con una altura casi humana lo miraba. Sus ojos verdes reflejaban una historia, un deleite, un aroma, un sonido. Incorporándose y tosiendo, comenzó a acercársele. Con mucho temor le intentó decir "hola" pero el ser con una mano en su frente le respondió: "Hola a ti". Sintió sus palabras sonar en su cabeza. No era español, quéchua o aymara... pero él lo entendía.
- "Tu eres de una larga descendencia" le retumbó en su mente. "Y tu descendencia será mas extensa aún... quieres lluvia para tu pueblo siendo que siempre la has tenido... no te preocupes... la lluvia volverá a ti".- y sus pequeñas manos se juntaron con las del chamán. Una luz verde escapaba de los ojos y la boca del ser, iluminando todo el lugar. Un ligero temblor a sus pies y sus venas comenzaron a brillar de color verdoso. "No tengo miedo" pensaba mientras su cuerpo se ponía helado y tibio, temblaba pero tranquilamente, feliz y ansioso.

Para cuando despertó, la caverna estaba a oscuras. El ser no estaba pero si los que lo llevaron ahí. Le ayudaron a ponerse de pie y le indicaron la salida. Cuando alcanzaron la entrada, uno de ellos tomó su mano. La inspeccionó por ambos lados para soltarla y luego mirarlo a los ojos, sonriendo. "Cuenta... esto... a los tuyos...", le dijo el ser en un dialecto extraño. El chamán le agradeció y ellos así lo hicieron.
Su cabeza le daba vueltas por lo que decidió ir a la laguna mas cercana y mojarse la cara. Con los primeros rayos de luz del día, vio su reflejo en el agua. El color de sus ojos ya no era pardo sino de un profundo verde misterioso, idéntico al del ser.
Al llegar al pueblo, los pocos habitantes que quedaban lo recibieron. Todos le preguntaban si los vio, si habló con ellos, si traía agua, etc. El chamán los ignoró, decidido a escalar el cerro mas alto del pueblo y comenzar su danza.
Una hora después de acabada esta, una tormenta de maravillosa fortuna los mojó. Los niños reían, sus familias enteras se sentían vivas y la cosecha sería buena otra vez.
Descendió del cerro con abrazos y ofrendas de los habitantes, pero solo uno de ellos le preguntó: "¿Cómo se llamaban?", a lo que el chamán le responde: "Aun no lo sé, creo que nunca lo sabremos, pero si de algo estoy seguro amigo mío, es que son los seres mas gentiles que jamás veré en mi vida".

sábado, 6 de junio de 2015

@Micro 16, "El ocaso del invierno"

Me encontraba caminando a altas horas de la noche por la carretera, solo con una botella de ron a medio llenar y un poleron que no me abrigaba absolutamente nada. El viento de la costa mas el que me lanzaban los camiones al pasar, hacia imposible que pudiese hacer cualquier otra cosa excepto caminar hacia mi destino.
Siendo ya pasada las 00:00, mi cuerpo comenzaba a responder de manera lenta y errática. Fue aquí cuando decidí hacer dedo; necesitaba irme a alguna cama a dormir. Desesperado, seguí haciendo dedo sin mucha esperanza por casi media hora. Justo cuando mi brazo ya estaba cansado de estar en el aire, un auto me toca la bocina y se estaciona en la acera.
Iba corriendo hacia el vehículo, hasta que me empiezo a percatar de como era. Futurista, pequeño, solo con 2 asientos y al parecer, muy caro. Bajan el vidrio y al volante había un anciano canoso, con lentes y de no mas de 70 años. Me mira con un cuello que se gira lentamente.
- ¿A donde va, mijito? me responde con ese aliento a anciano que puedes captar de kilómetros.
- A Serena, no pasa ninguna micro ahora el frío me invadía por lo que, aunque fuese una estúpida decisión, me metería de todas maneras.
- Suba nomas'.
Asientos de cuero, radio colorida, un mini cooler en el medio de los dos asientos. Todo parecía extraño, pero no me cuestione nada y me puse el puto cinturón de seguridad.
- ¿Quieres algo?, saca nomas'– y me entrega una cocacola light.
La tomo y está fría, buena temperatura para tomarla. Empiezo a pensar que podría tener un somnífero, que podría haberlo metido con una jeringa por algún lado de la lata, así que la dejo ahí. Entonces, me empieza a mostrar el freno del auto.
- Este es automático, ¿ves? por un instante avanzamos tranquilamente y en otro, el auto iba una velocidad de mierda.
El anciano, con una notable habilidad, adelanta camiones, autos y camionetas a 200 kms. Sentía que iba a vomitar mientras el ron se balanceaba de lado a lado, permitiendo que las partículas de alcohol se acercaran a mi nariz y me diera mas náuseas aún.
Justo cuando le iba a decir que fuera mas lento, chocamos. Mi cuerpo sale disparado a través del parabrisas. "El cinturón no sirvió de nada", pensé mientras veía unos metros mas allá en el aire, al anciano riéndose y con espuma que brotaba de su boca. Se da cuenta que lo estaba mirando, por lo que me grita.
- ¡Esto no es acá hijo! ¡Esto no es acá! con sus ojos revueltos, sus lentes caen y algo extraño brota de su longevo cuerpo.
Unas alas de color piel se balanceaban e inundaban nuestro accidente con un aroma a vainilla. Siento que algo me toma por la espalda. Unas palomas con barba se reían, mientras que una de ellas me hizo un gesto con la cabeza de que todo esta bien. Asentí y miré hacia abajo, dejando de lado mi botella de ron y el caos que habia quedado en el accidente. Me reía y reía. El anciano ya lo habia perdido de vista, supongo que se fue a su nube, pero en cambio yo, seguí con las palomas, hasta que nos perdimos de vista en el ocaso de invierno.

viernes, 5 de junio de 2015

@Micro 15, "Sin gatito"

El gato era muy bonito. Lo acariciaban y mimaban; jugaban con él. Una de ellas dijo, "Si hüeón, ¡es muy bonito!", para luego tomarlo en brazos y gritar "¡Robémoslo!".
Mientras huía con el gato, este inexplicablemente comenzó a ladrar. Dejando el gato en el suelo, las niñas se miraron consternadas. Una de ellas se encontraba tan asustada que le mandó una certera patada, pero solo provocó que se rompiera su pie en tres partes. El gato era de metal, y ya no era un gato, era un grifo de color amarillo, de esos que usan los bomberos. El gatito había dejado de ladrar. Las tres niñas lloraban.

jueves, 4 de junio de 2015

@Micro 14, "Beso"

Francisco iba a comprar un kilo de arroz al negociou de la esquina. Cuando llegó al almacén vecino, se percató de que la propietaria hablaba con un cliente sobre los homosexuales, lo que le llamó su atención mientras esperaba incómodamente su momento para poder decir "Hola, ¿tiene arroz?".
- Es que yo creo que vienen con la cuestión adentro yadecia la señora del local.
- Sipo', si igual creo que vienen con esa cuestión. Pero sabe, esas cosas como, ¿las leyes pa' que se casen? Noooo, ya es mucho le respondía el hombre.
- Hola, ¿tiene arroz?– preguntaba Francisco, quién le molestaba la visión de aquel hombre.

La propietaria fue a buscar el arroz, pero cuando volvió este cayó al suelo, reventándose. Francisco besaba profundamente al cliente. Sus salivas y lenguas formaban un solo remolino en sus bocas y ambos se tocaban por las caderas para acercarse el sexo. Agua, escobazos, pero nada los podia separar. La señora, junto con sus dogmas e ideales, perecieron esa misma tarde.

miércoles, 3 de junio de 2015

@Micro 13, "El señor de los queques"

La idea lo obsesionaba. "Estoy seguro de que es un androide...".
Pedro observaba cada tarde al caballero que vendía queques, el cuál decía constantemente "a los buenos queques", con el mismo tono y timbre de voz. La repetición de esta frase lo abrumaba profundamente y lo único que deseaba saber era la verdad.
Aquel día, Pedro estaba decidido a averiguarlo. Se acercó sigilosamente por detrás y, con una fuerza sobrehumana, la espalda del señor de los queques fue abierta usando solo sus manos. Se escuchó un sonoro "crack" y su caja toráxica explotó. Sangre brotaba y gritos salían pero para Pedro no era suficiente evidencia, "¡Ahí deberían estar los circuitos!", pensaba Pedro mientras seguía buscando.
A pesar de que un sinumero de personas lo golpeaban al mismo tiempo a punta de patadas, puñetazos y diversos objetos contundentes con tal de detenerlo, Pedro siguió hurgando en el cuerpo ya muerto del señor de los queques; dentro de su garganta, en el ano, estómago e intestinos.
Al cabo de un tiempo, Pedro se encontraba solo, en una celda fría y oscura. Las paredes totalmente blancas y una camisa de fuerza lo mantenía más aprisionado aún.
Acostado en el suelo en posición fetal y mirando a la nada, Pedro mantenía su obsesión, "Estoy seguro de que era un androide...".