- ¿Qué te pasó? –escribió Vicente a su hijo, Felipe, quién llevaba una semana desaparecido. Hoy figuraba "Conectado" en la red social.
- Nada, estoy bien. Tengo que contarte algo eso si. Voy a ser papá –Vicente observó un largo rato el mensaje antes de responder. En tanto, Felipe temía lo peor mientras el temido "Visto" aparecía.
Al día siguiente, Felipe llegó a la casa. El padre lo esperaba con un bate listo para castigarlo hasta que se percata de lo peor: su hijo venía en silla de ruedas y sin piernas.
- ¡Hijo, qué te pasó! –exclamó Vicente horrorizado, dejando caer el bate.
- Padre –Felipe agachó la cabeza, sin poder mirarlo a los ojos.– La verdad es que no serás abuelo. Lo cierto es que sí, perdí mis piernas. Pero la verdad es que... Soy adicto a la pasta... vendí mis piernas por droga padre... ¡Por droga!
Aquella tarde, su padre se dio cuenta de una cosa: no importa que tan basura sea tu hijo, siempre existirá el amor de familia.