El calor inundaba el departamento, rastros de comida por doquier y en el sillón, Benjamín y Fernando estaban en un profundo trance brindado por un ácido. Hundidos y húmedos, cada uno en su propio viaje, visualizaban diversas cosas sin y con sentido.
Todo lo bueno tiene un final, y cuando este llegó, Benjamín dejó el lugar para proseguir con su vida sin antes advertirle a Fernando que se cuidara. Lo hizo en vista de que, al despedirse de él, sus ojos seguian desorbitados, extraños, no en este plano. La preocupación duró poco. Su prioridad era irse a su casa a comer algo o dormir.
Al momento de que Benjamín llegará a su casa, su telefono sonó. Quién le hablaba al otro lado era su amigo, Fernando.
- Hüeón, ¡tenis' que venir! ¡Tenis' que venir loco!– Fernando sonaba mucho mas drogado de cuando lo dejó.
- Espera, hüeón... A ver, ¿que hüeá te pasó?– sin en realidad sentirse preocupado al respecto.
- Loco... estaba en mi volá' cuando nose porque, un duende, loco, un duende golpeó la puerta... ¡lo tengo encerrado en el closet!.- declaró con plena seguridad Fernando.
- Aaaah, pero weón, como chu...
- ¡LOCO, NO ESTOY WEANDO, TENIS' QUE VENIR!– fue lo último que escuchó antes que se cortara la llamada.
Benjamín trató de contactarse por todos los medios pero su amigo no contestaba ninguno. Con hambre y sueño decidió volver donde Fernando, dispuesto a sacarle la cresta.
Nadie abria la puerta, por lo que Benjamín forzó la chapa de unas certeras patadas y entró. Encontró a Fernando sentado a la entrada del closet. Mirando hacia el suelo, sus pupilas dilatadas, un aroma a orina inundaba la pieza... su amigo se habia meado y, además, sostenía un bate.
- ¡Fernando, hüeón, reacciona!– lo abofeteó fuertemente– Oye, hüeón, ¡soy el Benja!– zamarreando a su amigo de los hombros hizo que este le devolviera la mirada. Lentamente Fernando se levantó, sin soltar el bate en ningún momento y posando su índice en los labios, le susurró:
- Esta ahi hüeón... lo encerré apenas entró... tiene una olla llena de monedas de preciosos colores... te lo juro hüeón– Fernando tenia un hilo de baba colgando de su boca.
- Hüeón... terminemos esta hüeá loco– Benjamín comenzaba a abrir el closet a pesar de que Fernando gritaba que no lo hiciera– Te dije que no teniamos que mandarnos esa hüeá hoy porque...
Lo que parecía un duende saltó del closet, golpeando a Benjamín fuertemente en los testículos. Los fallidos intentos de golpear con el bate a este extraño ser, terminaron en Benjamín, el cual chillaba de dolor. Para cuando Fernando se dió cuenta de que Benjamin estaba inconciente fue muy tarde. Una olla lo golpeó en la cabeza y cayó al suelo, al lado de su amigo.
El olor a orina despertó a Benjamín; estaba durmiendo sobre ella. Asqueado, se limpió la cara y se levantó. Desde la pieza vió como entraban 3 carabineros acompañados de una persona pequeña, el cual resultaba ser el vecino de Benjamín, Felipe. Su estúpido amigo lo confundió con un duende y la olla en cuestión era para pedirle agua, justo hoy se la habian cortado.