Los rumores corrían como la pólvora. En menos de una semana ya todos sabían la verdad, pero Nanares era el único que desconocía esto. Todos se reían sin saber que detrás de toda esta artimaña de cahüines, existía el plan más elaborado que ninguno de nosotros pudo calcular.
La madre del Nanares se burlaba para sus adentros de todos nosotros, porque en verdad lo que ella deseaba era justamente eso, que corriera el rumor para así poder ganar la tutela del Nanares. Diversas pruebas de ADN demostraron que ella efectivamente lo era, pero el padre (un humano) jamás le permitiría que se quedase con él.
Tanto Nanares como su madre provenian de una alejada región del sector C69-4, cercano a una de las lunas de Neptuno, en el sistema solar. La madre del Nanares, al ganar la tutela de su hijo, podría fortalecer los lazos entre los de su tierra y los terrícolas, para así conquistar de una vez por todas este esquivo planeta que ya le habían arrebatado tanto de las manos. Nanares, sin saberlo, era la conexión que mantenía a nuestro planeta intacto.
Nanares venía llegando a trabajar cuando le dije que si había visto a su madre durante estos días; él tan solo atinó a esbozar una sonrisa y me respondió, "Paren el hüebeo jajaja". Nos estrechamos la mano para el típico saludo cordial y entramos a trabajar, una vez más.