domingo, 4 de abril de 2021

Venga Conmigo

Antes de posar los dedos sobre ambos gatillos de las metralletas Uzi, Paula ya le había dado play a Dirladada de José Alfredo Fuentes, canción que le recordaba que cada bala iba con un propósito: que no quedara ninguno vivo.

        Sin dudas ni temor alguno, los cartuchos se vaciaron atravesando a senadores y diputados por igual. Paula mantenía un semblante serio.


Están llegando ya por fin 

dirla dirladada


        Miró de reojo a los guardias, camarógrafos y personas no vinculadas al mundo político caer retorciéndose de dolor, cruzando los brazos sobre el vientre; el veneno en la comida los mantendría a ras de piso el tiempo suficiente, a salvo de la matanza. Paula mostraba una leve satisfacción. Confiaba en su buena puntería.

A los escollos del delfín

dirla dirladada


Uno de los delincuentes de terno y corbata se acerca corriendo y gritando. Paula desenfunda la escopeta recortada que lleva en la espalda, dándole un certero disparo –directo al pecho–; su camisa blanca, de inmediato, se mancha de sangre y el impacto lo empuja un par de metros atrás, enviándolo a rodar por las escaleras. Paula sonríe por el placer.


Dar rienda suelta al frenesí... 

dirla dirladada


        Paula cambió al fusil semiautomático, acribillando a los que trataban de abrir las puertas del congreso. También tuvo que matar a algunos guardias del presidente quiénes, pese al dolor de estómago, trataban de dispararle con un tembloroso pulso que era silenciado por Paula con una abanicada de balas.


Reedirlata dirlatata

dirla dirladada


        En el 2018, la empresa The Boring Com-pany dirigida por un despedido Elon Musk, sacó a la venta su primer lanzallamas llamado Not a flamethrower. Paula adquirió uno, modificó sus partes para lograr un mayor alcance con una llama más potente: diputados y senadores gritaban mientras recibían las llamas, algunos intentando cubrirse con otros, mientras corbatas y piel se derretían. El congreso no tardó en oler a ropa y carne quemada. Paula reía desenfrenada.


Que se oigan hasta en la bahía

dirla dirladada


        Paula siguió riendo cuando la emboscaron algunos pocos sobrevivientes. Cuatro se le aba-lanzaron para apresarla, mientras otros dos le golpeaban las piernas y la cara. Paula siguió riendo mientras sentía los golpes en distintas partes del cuerpo. Paula olía la victoria en el aire ahumado. Paula ignoraba lo que le ocurría, perdiéndose en el ruido de los aullidos de los quemados. Paula reía más fuerte con cada golpe y patada que le daban, le estaban destruyendo las costillas y las rótulas de las rodillas.


Hacer las camas y cantar

dirla dirladada

Y que se olviden de la mar

dirla dirladada


        Su marcapasos dejó de funcionar. El sistema que almacenaba en su cuerpo hizo estallar las bombas al no recibir ninguna señal vital de la usuaria. Una hilera de estallidos sacudió el suelo, haciendo que todo cayera los metros suficientes como para sepultar sólo lo necesario: el objetivo principal entre todas las sillas, muertos y escombros.

        Paula ya era una masa de piedras, huesos y piel sobre el suelo, mientras en alguna parte, por alguna razón, su pabellón auricular aun podía captar las ondas de la canción del celular –el que estaba a punto de apagarse.


De todas esas noches frías

dirla dirladada

De tantos gritos y agonías

dirla dirladada

Redirlata dirlatata dirla dirladada

Oooo dirlata dirlatata dirla dirladada