Hubo una ocasión en que pillaron a Alejandra llorando en el baño. Sus padres pensaron que era por el reciente fallecimiento de su abuelo, esto fue horas después del funeral. Alejandra asintió con la cabeza, dándoles la razón para que le creyeran, pero no. La súbita tristeza de Alejandra era por algo mucho más simple.
Mientras ella estaba en el baño, imaginó sin razón o motivación alguna, estar mirándose al espejo mientras que su perro era asesinado por alguien. Este alguien, después, asesinaba a su familia y, al final, Alejandra se vio a sí misma llorando sobre el cadáver del homicida. Aun encerrada en el baño, su imaginación nadaba por imágenes de sus manos ensangrentadas; mató al asesino con sus propios puños. Alejandra pensó que fue lo mejor.
Sus padres se hubieran asustado si les hubiera contado la verdadera razón de su pena. Las niñas de 7 años no pueden andar pensando en esas cosas.