Escuché y apagué el despertador. Padecía de un jetlag terrible, pero con 24 horas para
aclimatarme antes de iniciar cualquier atisbo de pega. Abrí los ojos y recordé
que ya no estaba en la Tierra. El reflejo del planeta azul brillaba varios
cientos de kilómetros más allá. Con las manos pegadas al casco del módulo Z,
parecía como si todo el planeta me cupiera dentro de la palma de la mano, sin
embargo, solo sentía el estéril material que me protegía de morir ahogado en el
vacío del espacio. Floté hacia el cooler
y destapé una cerveza. Avancé hasta el comando de navegaciones, donde la
pantalla mostraba la luz de un mensaje desde la estación terrestre.
VERIFICAR SATELITES 150, 357, 17 Y 99
PROBLEMAS DE CONEXIÓN, RECEPCIÓN
Y ENVIO DE SEÑALES
ADJUNTO: VIDEO DE AMENAZA DESCONOCIDA
-¡¿Qué?! –grité incrédulo–
¿desconocida? Los satélites que circunnavegaban la tierra mantenían el 7G en
funcionamiento, la clave base de todo tipo de comunicación allí abajo: no podía
ni debía fallar ninguno. El video en cuestión, transformaba toda la calma en
ansiedad. Por muy ideal que pareciera el hecho de estar solo, en momentos como
éste –totalmente solo y con una emergencia de la cual encargarse– era cuando
más miedo sentía.
Otro mensaje llegó a la
pantalla.
ACTIVADO PROTOCOLO DE
AUTODEFENSA ESPACIAL
SE AUTORIZA EL USO DE FUERZA LETAL…
¿INICIAR CONEXÓN? S/N
Un compartimiento que
jamás había visto ni utilizado, se abre por debajo del panel de control,
mostrando un modelo de arma desconocido. El arma tenía un brillo metálico,
sentí ganas de dispararla. La pantalla vuelve a parpadear y emitir un pitido.
¿INICIAR CONEXIÓN? S/N
INTENTOS RESTANTES: 1
-Claramente quieren ver
esto, pero, qué tal si…
Presioné la “N” en la
pantalla y activé el control de mando. Como siempre, el modulo Z tenía un
manejo suave y delicado, incomparable con cualquier vehículo bajo la atmósfera.
El mapa se despliega mientras las alertas de llamada seguían apareciendo por
sobre el mapa, instigándome a que les contestara. El satélite 150 parpadeaba
con una luz roja cuando acerqué la nave, pero… no había nada.
Los satélites tienen un
panel que mantiene constante la recepción y envío de las señales; los paneles
tienden a desgastarse por el impacto del sol, por lo que tarde o temprano
requieren mantenimiento, pero el satélite 150 tenía programada su fecha de
mantenimiento para 5 meses más.
Detuve el módulo Z lo
bastante cerca como para acoplarme al satélite. El exotraje se despliega desde
atrás, rodeándome, ajustándose como un guante a mi cuerpo. Guardé el arma en el
bolsillo del muslo y tomé el kit de reparaciones antes que la escotilla se
cerrara. En frente, la presión cambió cuando se abrió la escotilla exterior,
activando el nano respirador incorporado en la interfaz de plasma que me cubría
oídos, ojos y boca. Rápidamente la temperatura del exotraje aumenta y el
cronómetro se muestra sobre el ojo izquierdo; el calor lo sentí de lleno en la
espalda.
00:09:59 antes de Tº crítica.
Al posarme sobre el
satélite, éste se balancea conmigo levemente, resintiendo el impacto de mi
salto. Si bien la chatarra espacial podía ser causa del malfuncionamiento, no
había rastros de un impacto reciente. El pitido de otro mensaje llegando al
Módulo me resuena en los oídos.
QUÉ MIERDA PASA ALLÁ, CONTESTA AHORA
ESTO ES UNA ORDEN DIRECTA
DE LA TORRE CONTROL
ESTABLECE LA CONEXIÓN AHORA… S/N
Ignorando el mensaje,
vuelvo al módulo Z. La cámara de presurización hizo lo suyo y me desprendí del
exotraje con más dudas que respuestas.
Moví el módulo hasta el
satélite 357: misma situación. Nada sospechoso, pero no podía dejar otro
Satélite sin hallar una explicación razonable. Si no encontraba la causa y no
era capaz de solucionarlo, enviarían a alguien más apto. ¿Volver al planeta?
¿enfrentar los virus? ¿la cesantía? ¿sobriedad?… ¡NO! ¡TENGO QUE VER QUÉ MIERDA PASA AFUERA!
Me acerqué a la escotilla externa
y repetí el proceso, volviendo al espacio. 00:06:59 mostraba el cronometro. La
temperatura aumenta y tenía menos tiempo para averiguar la causa del problema.
De pronto, el arma misteriosa comenzó a vibrar, enviando un mensaje directo a
mis ojos.
AMENAZA DESCONOCIDA
PROTEGER EL MÓDULO
ARMA DESBLOQUEADA
Volteé rápidamente hacia
el módulo, pero el reflejo del sol me impedía verlo directamente, siendo
suficiente para alcanzar a ver “algo” de pie sobre la nave, “algo” mucho más
alto que yo. El reflejo me daña los ojos, por lo que apunté casi a ciegas. Un
láser verde brotó de ésta, lanzando chispas que se convertían en hielo por el
vacío del espacio.
AMENAZA
DESCONOCIDA.
PROTEGER
EL MÓDULO.
-¡Mierda, NO VEO NADA! ¿ZETA?
–escuché por el intercomunicador del exotraje–. Dime que tienes confirmación
del…
¡SOBRE LA
NAVE!
REPITO:
¡ESTÁ DE
PIE SOBRE LA PUTA NAVE!
Me tiemblan las piernas,
la amenaza se había vuelto real. Si usaban el protocolo de interceptación de mi
señal de radio, era porque algo serio sucedía. No era un maldito resto de
asteroide.
¡VIDEO,
AHORA!
Frente a mi ojo derecho se
mostró a más de treinta personas atestando la torre de control, todos con cara
de asombro; menos Trinidad, mi jefa directa, quién tenía cara de querer
insultarme, pero sin poder hacerlo. Su ceño fruncido era intimidante, pese a
estar a más de trescientos mil kilómetros lejos de ella. El video se activó y
todo susurro quedó acallado.
-¿Ustedes pueden ver mejor
que yo?
–pregunté aun apuntando a lo que fuera que estuviera sobre la nave, con un
pulso terrible–. ¡¿Pueden?!
La transmisión se cortó
antes de obtener una respuesta. El temor me obligó a disparar una vez más: el
rayo dio de lleno contra el módulo Z. Pude ver luces de color esmeralda
derritiendo, de un modo incomprensible para mí, la totalidad de la nave. Vi los
restos perderse en la oscuridad.
00:01:25
No quedaba mucho tiempo,
pero no me importó. Me senté sobre el satélite 357 esperando una respuesta
antes de mi solitaria muerte. Las lágrimas empezaron a brotar.
-Reproduce The Gadfly –dije a la interfaz con un
nudo en la garganta–, de Shostakovich. La canción parecía danzar al ritmo de la
oscuridad espacial.
00:00:47
El minuto y medio más
largo de mi vida. “Todo por la nación. Somos uno.”, dice el lema del Gobierno
Mundial que nos dio trabajo en cosas inverosímiles con tal de tener unos pocos
pesos para alimentar a la familia, pero la muerte la tenía asumida desde que
acepté este trato: subsistir un par de años era equivalente a perder vida.
Recordé mi infancia antes del Covid, hace casi dos décadas, casi dos décadas
desde que todo cambió. Éramos la Resistencia, o lo creíamos, pero la sentencia
era implacable; el futuro, inflexible.
Sostuve firmemente el arma
láser. Apunté el cañón a mi lóbulo lateral, viendo que el cronómetro llegaba
al último segundo.
El satélite 357, donde
estaba sentado, con una plataforma para trabajar de no más de dos metros, se
tambaleó bruscamente. Algo había saltado detrás de mí. Su mano se posó sobre el
arma, haciéndola desaparecer.
Cerré los ojos.