Al momento de desearle un buen día y que le fuera bien, escucho una voz a mis espaldas. "¿Me estai' hüeando?", me increpaba el cliente. "¿Qué?", le respondí sin entender muy bien porqué había reaccionado así. "¿Estai' siendo irónico cierto? ¿Porque no te dí propina cierto? Ten cuidado, hüeón". Riéndome para mis adentros, lo ignoré empacando los productos del siguiente cliente. Alejándose, el sujeto se va sentenciando, "No todos los días puede ser navidad po' hüeón".
Fue en este instante en que un reconocido trabajador del local, quién siempre estaba coqueteando infructuosamente con cualquier mujer del lugar, hizo lo impensable. Detuvo al cliente navideño diciéndole de porqué me trataba así. Este comenzó a insultarlo y amenazar, a tal punto de que el trabajador que me defendía no atinó a hacer otra cosa para detener la trifulca que comenzar a besarlo. Así es, comenzaron a besarse en un profundo toqueteo en pleno pasillo del supermercado, mientras tanto trabajadores como clientes observaban sin saber muy bien que hacer.
Para cuando se disponían a consumar el acto sexual, una sonora patada aterrizó en la espalda desnuda del desequilibrado cliente, quién ya estaba dispuesto a ponerse en cuatro patas. Había sido "La tía", como le decíamos de cariño, quién con una notoria rabia en su cara, les grita: "¡Sin condón no!, ¿¡Entendieron la hüeá!?".
Mas tarde, ese mismo día, una nueva pareja nació producto del poder del látex. Como dice esa canción, el amor está en el aire.