domingo, 2 de octubre de 2016

@Micro 107, "Lóbulo Temporal"


Cuando Guillermo llegó a la casa de su amigo se percató de una gran diferencia: la casa no estaba. El día anterior habían estado platicando allí mismo, acompañados de unas cervezas y amigas, hasta que se despidieron a eso de la media noche y cada uno de los invitados emprendió rumbo a sus casas. Pero Joel, el dueño de casa y su gran amigo, permaneció allí porque al día siguiente trabajaba temprano.
La tarde de ese día, Guillermo decidió ir a buscarlo, luego de no verlo conectado en todo el día y tener el celular apagado. Pero mientras posaba sus manos en los barrotes de la reja, el cartel que yacía en el desértico terreno donde la noche anterior estaba la casa, lo desconcertaba aún más. “SE VENDE”, el cartel estaba clavado al suelo, sobre los cimientos de la casa, levantado gracias a un montón de escombros que servían de base para que no cayera. Guillermo no entendía lo que pudo haber pasado, ni mucho menos de un día para otro. Al preguntarles a los vecinos sobre qué es lo que podría haber pasado, solo obtuvo más dudas aún.

- ¡¿En serio?! –preguntó uno de los vecinos de Joel; uno que Guillermo jamás había visto.– Yo te puedo asegurar que en todos mis años aquí jamás supe de ningún Joel, ni menos que allí había una casa, o sea, yo vivo aquí mismo y…
- ¿Joel? –contestó otro vecino por el citófono.– Creo que se equivoca. En esa casa no vive nadie hace años.
- Ahí no vive nadie y nunca hubo nada –fue lo que le dijo otro vecino antes de cerrarle la puerta en la cara.

Guillermo conocía a la perfección la calle donde su amigo vivía, pero jamás supo que todos los vecinos anteriores se habían mudado y mucho menos negar la existencia del hogar que hace horas estaba allí, con Joel dentro. Decidió llamar al número que salía bajo el cartel, en búsqueda del paradero de su amigo.

- ¿Aló, buenas tardes? –preguntó Guillermo.
- Propiedades Ráben, ¿en qué le puedo ayudar?
- Buenas tardes, señorita. Quisiera preguntarle si usted sabe sobre el terreno que se está vendiendo aquí en…
- ¡Ah! ¡Llama por el terreno nuevo que queda…
- ¡No! –interrumpió Guillermo.– ¡Llamo para saber dónde está Joel! ¡El dueño de casa que ayer tenía una casa construida y vivía allí hace años!
- Mmh… –Guillermo escuchó que la operadora presionó el botón para silenciar la llamada, mientras que los murmullos detrás del auricular no pasaban desapercibidos.– Tengo entendido… Déjeme ver… ¡Ah, sí! Lamento informarle que ese terreno no está a la venta, señor. Ya está comprado.
- ¡¿Qué?! ¡Yo le estoy preguntando donde está el antiguo dueño de casa! ¡Que ayer vivía allí!
- Señor Guillermo… –un incómodo silencio apareció en la conversación. La mujer al otro lado de la línea dio un profundo suspiro antes de bajar la voz.– Le recomiendo que deje de buscar a su amigo… Parece que él se metió con la gente… Equivocada.
Al escuchar las últimas palabras de la mujer, su celular le dio una fuerte descarga eléctrica, haciendo que Guillermo soltara el aparato al suelo. Cuando este cayó, un pequeño fuego emergió de la trizada pantalla antes de desprender una leve columna de humo con un fuerte aroma a plástico quemado. Guillermo se quedó pasmado al ver la escena y recordar lo que dijo la mujer, “Con la gente equivocada”.

Guillermo guardó completo silencio respecto a lo que ocurrió esa tarde. Su celular quedó inservible y desistió de reclamar por ello. Cuando volvió a casa, sentía que algo quería contarles a sus padres o amigos. Presentía que algo tenía que hacer en redes sociales, algo debía buscar… Pero Guillermo jamás buscó otra vez a su amigo, quién yacía olvidado en el alterado inconsciente del joven, producto de una fuerte descarga eléctrica directo a su lóbulo lateral.