Se acercaba la víspera de noche de brujas y Alonso aún no tenía el disfraz para la ocasión. “Original y Bizarro”, eran las bases para ganar el concurso en aquella fiesta, mientras que el cursor seguía con las mismas palabras, “Máscara de…”.
Alonso no sabía qué buscar para comenzar, hasta que la respuesta a sus plegarias vino desde el mismo patio de su casa. “Esas palomas de mierda… ¡Paloma!”, sus dedos teclearon rápidamente el nombre de la sucia ave mientras que el buscador se quedaba en blanco, sin arrojar ningún resultado a pesar de que el símbolo de cargar seguía en movimiento. Extrañado, Alonso reiteró la búsqueda en otras páginas pero el resultado seguía siendo el mismo: nada. “¿Cómo mierda no van a vender una máscara de paloma?”, fue lo que pensó segundos antes de que su computador se apagara. Alonso iba a comprobar la electricidad para ver si había sufrido algún desperfecto, cuando su celular comenzó a sonar.
- Alojamiento –dijo Alonso al contestar.
- Buenas tardes, lo llamamos de la Agencia Nacional de Seguridad a raíz de tres palabras que usted acaba de ingresar a su computadora. Nos gustaría saber cuáles son sus intenciones respecto a esta búsqueda, Señor Alonso.
- ¿Disculpe? ¿Qué… ¿Cómo saben que estaba buscando… ¡¿Esto es por la paloma?!
- ¡Mierda! ¡El sujeto sabe! ¡Entren, rápido, ya!
La llamada se cortó y las ventanas de la casa de Alonso explotaron, desorientando al dueño quién solo atinó a lanzarse al suelo buscando refugio. Varios hombres armados de pies a cabeza, apuntando por el pasillo y gritando en inglés, irrumpieron en el apacible hogar mientras Alonso seguía tumbado en el suelo preguntando qué era lo que ocurría.
- Ten-Four, We got it, he is right here… –dijo uno de los soldados apuntando al desconcertado joven.
- ¡We have vision confirmed! –declaró otro mientras apuntaba a los rincones de la pieza buscando algo más.
- ¡Clear! –gritaban otros desde las piezas contiguas.
- ¡Qué pasa, sapos culiaos! ¡Gringos y la conchade…! –un dardo se clavó justo en el cuello de Alonso, donde el frío líquido lo sintió recorrer todo el cuerpo antes de desplomarse en el suelo en una confusa niebla de pensamientos.
Tenía una fuerte punzada en la cabeza y un picor en el cuello, pero le ignoró una vez que levantó la cabeza del escritorio y observó su pantalla, donde el cursor seguía en la página de búsquedas de máscaras, pero ya no había rastros de la palabra “paloma” ni allí y ni en la memoria de Alonso. “¡Máscara de guagua! ¡Eso era!”, exclamó el joven de felicidad mientras compraba el disfraz que le garantizaba el éxito, en aquella fiesta de noche de brujas que se avecinaba.
Alonso no sabía qué buscar para comenzar, hasta que la respuesta a sus plegarias vino desde el mismo patio de su casa. “Esas palomas de mierda… ¡Paloma!”, sus dedos teclearon rápidamente el nombre de la sucia ave mientras que el buscador se quedaba en blanco, sin arrojar ningún resultado a pesar de que el símbolo de cargar seguía en movimiento. Extrañado, Alonso reiteró la búsqueda en otras páginas pero el resultado seguía siendo el mismo: nada. “¿Cómo mierda no van a vender una máscara de paloma?”, fue lo que pensó segundos antes de que su computador se apagara. Alonso iba a comprobar la electricidad para ver si había sufrido algún desperfecto, cuando su celular comenzó a sonar.
- Alojamiento –dijo Alonso al contestar.
- Buenas tardes, lo llamamos de la Agencia Nacional de Seguridad a raíz de tres palabras que usted acaba de ingresar a su computadora. Nos gustaría saber cuáles son sus intenciones respecto a esta búsqueda, Señor Alonso.
- ¿Disculpe? ¿Qué… ¿Cómo saben que estaba buscando… ¡¿Esto es por la paloma?!
- ¡Mierda! ¡El sujeto sabe! ¡Entren, rápido, ya!
La llamada se cortó y las ventanas de la casa de Alonso explotaron, desorientando al dueño quién solo atinó a lanzarse al suelo buscando refugio. Varios hombres armados de pies a cabeza, apuntando por el pasillo y gritando en inglés, irrumpieron en el apacible hogar mientras Alonso seguía tumbado en el suelo preguntando qué era lo que ocurría.
- Ten-Four, We got it, he is right here… –dijo uno de los soldados apuntando al desconcertado joven.
- ¡We have vision confirmed! –declaró otro mientras apuntaba a los rincones de la pieza buscando algo más.
- ¡Clear! –gritaban otros desde las piezas contiguas.
- ¡Qué pasa, sapos culiaos! ¡Gringos y la conchade…! –un dardo se clavó justo en el cuello de Alonso, donde el frío líquido lo sintió recorrer todo el cuerpo antes de desplomarse en el suelo en una confusa niebla de pensamientos.
Tenía una fuerte punzada en la cabeza y un picor en el cuello, pero le ignoró una vez que levantó la cabeza del escritorio y observó su pantalla, donde el cursor seguía en la página de búsquedas de máscaras, pero ya no había rastros de la palabra “paloma” ni allí y ni en la memoria de Alonso. “¡Máscara de guagua! ¡Eso era!”, exclamó el joven de felicidad mientras compraba el disfraz que le garantizaba el éxito, en aquella fiesta de noche de brujas que se avecinaba.