Ya casi terminando de morder su copa 34 B, mi mente me traicionó, como siempre, en el momento menos oportuno.
Recuerdos de la canción de Wendy Sulca, “La Tetita”
y el “violador de Reñaca” entrevistado por Carlos Pinto, “loh pesho” bastaron
para que la carcajada estallara en mi mente. “Perdón pero tengo que ir al baño.
La hago mega corta enserio”, dije a su decepcionada cara.
Llené el lavamanos lo suficiente. Hundí mi cara
bajo el agua y reí a carcajadas en un ataque de risa explosivo y burbujeante. Quería
hacerlo pero sin que ella lo notara; no funcionó. Creí haberme demorado poco pero al salir del
baño, ella ya no estaba.
Abrí las cortinas. El centro de la ciudad con
sus departamentos, autos, bocinazos y gama de colores grises era justo lo que
necesitaba. Acerqué una silla al diminuto balcón y me puse a fumar los cigarros
que había comprado por ella; 18 cigarros quedaban.
Me senté con la pierna cruzada sobre la
derecha. Mi parte íntima se apretujaba por la presión y el pegoteado sudor. La nicotina
tenía un ácido sabor esa mañana de lunes. Las cenizas caían sobre mi desnudo cuerpo
sedentario.
Era otro lunes en solitario. Cesante. Cansado.
Augurio para una semana perfecta.
...
“¿Siquiera hubo una mujer en esta cama?”, pensó el protagonista, silenciándose a sí mismo de que su pensamiento fuera
solo escuchado por él. Pero conmigo, nada a está a salvo. “¿Quién estaba aquí
ayer?”… “¿Quién… soy?”.
El protagonista no soportó la caída del
octavo piso.