Todos en la ciudad captaron el ensordecedor ruido
que provenía del cielo, como si este se resquebrajara a la mitad. Al salir de
sus casas, las personas se dieron cuenta del anormal fenómeno que ocurría justo
sobre sus cabezas: el cielo tenía una enorme grieta de donde surgió una gigantesca
y esférica nave.
Algunas personas comenzaron a rezar de
rodillas en el suelo, otras huyeron en sus vehículos y otros se encerraron en
sus casas, pero Leonardo se mantuvo de pie, observando cada detalle de lo que
ocurría para contarlo a las generaciones posteriores.
- ¡Humanos!
¡Escúchennos! –en un principio
la voz no tenía un origen claro, hasta que Leonardo vio al ser sobre la nave,
con las manos en la espalda.– ¡Es hora de que evolucionen! ¡Es hora de que dejen de pensar en la
política, religión o su actual sistema económico! ¡Es el momento de que los
elegidos pasen a la siguiente etapa del eterno regalo de la vida! ¡Dejen su
cuerpo físico y acompáñennos a ir más allá de su limitado conocimiento terrícola!
¡Este es el día en que la humanidad deja la tierra para los próximos seres que
decidirá su destino, al igual que ustedes lo han hecho! ¡Ustedes son...
- ¡Oye,
gueón! ¡Y quiénes son los elegidos! –exclamó Leonardo con
ambas manos rodeando su boca.
- ¡Los elegidos son todos y cada uno de ellos que han sido caritativos, responsables, atentos, despojados de lo material y el dinero, sanos, nobles! ¡Levanten sus brazos y dejemos el planeta Tierra, hermanos humanos!
- ¡Los elegidos son todos y cada uno de ellos que han sido caritativos, responsables, atentos, despojados de lo material y el dinero, sanos, nobles! ¡Levanten sus brazos y dejemos el planeta Tierra, hermanos humanos!
Leonardo levantó las manos hacia el cielo, justo
como lo hicieron cada uno de sus vecinos. Uno a uno comenzaron a desaparecer,
esfumándose en un haz de luz que provenía de la enorme nave extraterrestre. Leonardo
permaneció con sus manos levantadas una hora después del suceso, pero nada
pasó.
- Ah…–suspiró Leonardo en voz alta, bajando sus manos.– Entonces no soy digno y gueá, ¿cierto? ¡Váyanse a la chucha entonces! –el ensordecedor ruido había vuelto, pero ahora provenía desde el fondo de la tierra, donde columnas de lava, tormentas eléctricas y la tierra partirse a la mitad fueron algunas de los tantos fenómenos que ocurrieron en aquella última noche de la humanidad. Leonardo vio el final de los tiempos en primera fila, sentado en la cuneta fuera de su casa bebiendo uno de sus últimos botellines de cerveza.
- Ah…–suspiró Leonardo en voz alta, bajando sus manos.– Entonces no soy digno y gueá, ¿cierto? ¡Váyanse a la chucha entonces! –el ensordecedor ruido había vuelto, pero ahora provenía desde el fondo de la tierra, donde columnas de lava, tormentas eléctricas y la tierra partirse a la mitad fueron algunas de los tantos fenómenos que ocurrieron en aquella última noche de la humanidad. Leonardo vio el final de los tiempos en primera fila, sentado en la cuneta fuera de su casa bebiendo uno de sus últimos botellines de cerveza.