- Si no
acabai' adentro no me amai '–sentenció Alejandra, quién ya
había postergado demasiado esto como para que no ocurriese nada. Por otro lado,
Eduardo no estaba tan seguro. Aún se cohibía ante Alejandra, quién le
enseñó un sinnúmero de poses y técnicas en tan poco tiempo.
- Pucha,
no me sale nada... –murmuró Eduardo.
- Pero
Edu, ¿Qué pasó? –Alejandra lo miraba con el ceño fruncido, justo bajo sus ojos.– ¿Dijiste que me ibas a hacer mierda o no?
- Si, pero...
- Yapo',
¡¿Entonces?!
Eduardo
se imaginó a sus amigos burlándose de él por tirar la toalla antes de tiempo. Bajo su mirada hacia su casi extinta erección y comenzó a mentalizarse, haciendo el movimiento pélvico que le habían enseñado.
"¡Hay que darle!", recordando los dichos de sus amigos.
Pasado un
rato, el momento del clímax había llegado. Los quejidos aumentaron y Alejandra
leyó todo a la perfección. Cuando el acto había sido consumado, Eduardo le
preguntaba con ingenuidad. "¿Te lo vas a tragar?", a lo que
Alejandra le dijo que no, moviendo su cabeza hacia los lados. Abrió la ventana
de la pieza y escupió una pelota blanca parecida a una gran bola de nieve, que
cayó con un sonoro "Splash". Alejandra se limpió y miró a Eduardo, diciendo las tan anheladas
palabras: "Te amo".
Al cabo
de 3 meses, dieron por terminada su relación. Eduardo era homosexual.