viernes, 10 de junio de 2016

Micro 94, "Midjans"

Eran las 11:15 y era el momento de tomar. Salimos de la sala y nos fuimos directo a los cubículos del baño. Por debajo de estos, nos pasábamos el ron blanco y el dorado, cada uno tomando tapitas en esos quince minutos de paz.
- Te vendo los dos en 5 mil pesos– me decía mi compañero, un tanto angustiado.
- No me gusta el blanco, pero...– hice una pausa mientras mis nalgas estaban posadas en la fría tapa del water.– Te podría comprar el dorado en 1500, ¿te parece?

Ese mismo día, en la noche, tomé una mala decisión. Me bebí toda la maldita bolleta de ron. Toda.
Siendo las 7am, me desperté con una resaca terrible. Debía ir a clases y mi madre me despertaba diciendo que me apurara. Ante el nefasto dolor que tenía tan solo atiné a gruñir y decirle, "No puedo... Creo que tengo fiebre".
Mi aspecto a esa hora era tan horrible que por suerte me creyeron, dándome unas bellas horas para seguir durmiendo y poder estar bien para ir a clases... en la tarde.

jueves, 9 de junio de 2016

Micro 93, "La gran Ubre"


- Es que está de cumpleaños una amiga y le gustan las vacas, entonces quería saber si me podías prestar el disfraz.–Diego partió hacia la casa de su amiga con el traje puesto. Sería una larga y tóxica noche.
Después de haber consumido un montón de estupefacientes, la tele de Diego se apagó, enviándolo a la mañana del día siguiente casi por arte de magia.
- Eh... ¿Hola?–saludaba Diego a las únicas tres personas que seguían en la casa. Ninguna era la cumpleañera.
- ¡Buena! ¡La vaca! ¡Sigue viva!–dijeron alzando sus morados vasos. El sol ya salía, así que era un buen momento para emprender vuelo. El camino era largo, la mañana fría y lo único que separaba a Diego de un resfriado era el traje de vaca; debajo no llevaba nada salvo sus pantalones.
- Disculpa vaquita, ¿cuál es tu nombre?–una rubia mujer le había hablado, mientras le apretaba la ubre simulando que le sacaba leche. Entre risas, Diego contestó.
- Y... ¿Porqué quieres saber?

- Necesito tu ayuda, pero es una sorpresa.
¿Vamos a mi casa, vaquita?–sin soltar la ubre de Diego, la chica lo encaminó a su hogar. Una fuerte lluvia comenzó a caer, mientras la chica entró a su casa para proteger el piso. Diego en su afán por quedar como un crack, decidió adelantarse a los hechos. Se sacó la diuca del pantalón y la puso justo en una de las tetillas de la ubre, preciso para darle una bella sorpresa a la chica.
La chica salió por la puerta principal para decirle que ahora si podía entrar. Diego entró triunfante esperando que el traje funcionara de maravilla, hasta que escuchó los gritos. Niños, un montón de niños jugaban con su ubre mientras la chica rubia aplaudía de felicidad.
- ¡Encontre una vaquita, niños! ¡Feliz cumple Maximiliano Javier!
–Diego, aun con los lentes de sol puestos, no pudo mas que mirar al techo y pensar, "¡No, por la mierda! ¡No otra vez! ¡Noooooo!".

miércoles, 8 de junio de 2016

@Micro 92, "Viaje en moto"

Cuando Elliot se subió a la moto de su amigo Bryan, no pudo evitar recordar la anterior y primera vez que había montado una. La velocidad, el viento y la posibilidad de caerte y morir no es algo menor, la que aumentaba por no usar el casco de seguridad.
- ¡Avísame si vienen los pacos!
–vociferaba Bryan mientras la moto partía por el camino mas largo, algo que Elliot no comprendió muy bien.
- ¡Pero si podiamos salir por el otro camino pa' hacerla mas corta!.
–le respondía su amigo desde atrás.
- ¡Oh verdad! ¡Fue nomás!–el viento se colaba por la ropa de Elliot, triplicando el frío que ya tenía.
- ¡¿Cuánto es el parte por no usar casco?!
–gritaba Elliot con los ojos cerrados. El temor a matarse era real.
- ¡Nose, hüeón! ¡Pero se lo dan al que no lleva casco!
–Bryan hizo una pausa mientras pasaba sobre el lomo de toro.– ¡Mira si vienen los pacos, hüeón!
A pesar de las reiteradas advertencias de Bryan a su amigo Elliot, el caos se apoderó de la silenciosa calle de la villa. La señora que estaba cruzando justo al frente de ellos salió despedida a la vereda, ocasionando un atropello de proporciones dignas de alguna página de videos de muerte.
Las bolsas de la señora salieron volando, Bryan dió un giro en 360 grados chocando de lleno contra una palmera, mientras que la moto se incrustó en un pila de bolsas de basura, aún con el motor andando. Elliot, por otro lado, que no tenía casco, ropa adecuada ni experiencia en moto, hizo exactamente lo mismo que su cerebro le ordenó la primera y anterior vez que había montado una: correr, correr y correr.
- ¡Oye!
–gritaba Bryan. Su voz se hacía cada vez mas lejana.¡Elliot, culiao! ¡¡Ven a ayudarme!!–por azares del destino, Elliot había quedado sin rasguño alguno. En ese momento él no lo sabía, pero metros más allá, debajo de uno de los postes sin luz, el temerario y loco Baxter sonreía mientras miraba al loco alejarse, pensando en que él era uno de los elegidos para su malévolo plan, "Es el hijoputa que necesito".
Mientras la señora seguía inconsciente en el suelo, Bryan se incorporó dificultosamente. Cojeando de un pie se acercó a su moto y apagó el motor. Observó a su alrededor si es que alguien los había visto, respirando aliviado una vez que dejó, según él, la solitaria calle de la villa.

martes, 7 de junio de 2016

@Micro 91, "Campo Arcoiris" *

Danilo llevaba meses aguantándose las ganas de dormir con Valentina, su novia. Habían estado juntos de diversas formas pero, como los padres de ambos eran muy estrictos en cuanto a los horarios, aún no podía despertar con ella.
La noche antes del fin de semana largo, sus padres le avisaron que irían a Montañita en Uruguay, por lo que llamó a Valentina para decirle que hoy era la noche, su noche.
No pasó nada. Absolutamente nada. Valentina no quizo entregarle su virginidad y un frustrado Danilo se dió la media vuelta y se durmió. Despertó a la mañana siguiente... Con el miembro como mástil de barco.
- Vale, en serio –le insistía Danilo mientras levantaba la sábana.– Te prometo que con esto te voy a dar el mejor placer de toda tu vida, que ningún otro hüeón jamás podrá. Te lo juro.
- Ay, Danilo –una dormida Valentina gruñía en la cama, sin abrir los ojos.– Córtala, porfa, hasta cuando me vai' a seguir... Danilo... No... Danilo, para... Enserio, Danilo... Ay... Ay... ¡Ay, Danilo!...
Pero Danilo no tuvo piedad. Todas los meses de amor acumulados no hicieron más que convertirlo en una bestia digna del chacal de Alto Hospicio, dándole sin parar a su novia quién no hacía más que gritar que parara. Pero no, Danilo no se detuvo, y a pesar de las advertencias de Valentina, siguió y siguió...
- ¡Que hüeá, Vale! ¡¡Amor, que te pasa!! su novia estaba temblando, pero gimiendo. Valentina se había orinado, cagado y reglado al mismo tiempo. El orgasmo de su amada causó estragos en las verdes sábanas de Danilo, quién sacó su lacio miembro del cuerpo de su novia para añadir aún más colores al tétrico campo de arcoíris que yacía bajo sus piernas.
- Amarillo, rojo, verde, café, blanco... ¡Vale, hemos creado arte!
–Valentina bajó la mirada del techo y observó lo que le indicaba Danilo. "Es hermoso", musitó antes de besar a su novio. Ambos se abrazaron en medio del nefasto espectáculo. Danilo y Valentina se querían más que nunca.

@Micro 90, "Hazaña" *

Tomé el control de gamecube y salí. Debía estar a las 5 de la tarde en el local, listo para jugar unas cuántas batallas solo por diversión. Cuando iba en la micro sentí el celular vibrar: me había llegado un mensaje, "Juntemonos? Estoy en la plaza del centro".
Al bajarme, ella me estaba esperando. No la veía en semanas, pero mis deseos seguían intactos. "Es temprano", pensé, "En una de esas alcanzó a hacer las dos cosas".
Para evitar dar una impresión de ñoño, escondí el control en el bolsillo de las nalgas, donde aún así no pasaba desapercibido; era un control enorme en realidad.
- ¿Cómo estai? –le pregunté sin esperar respuesta. Ya le estaba agarrando los pechos.
- Bien... ¿Podemos hablar antes? –ella siguió hablando, pero no me importó en ese instante. Quería correrle mano.
- (...) Y bueno, no puedo esta semana. Tendremos que esperar –sentenciaba, sacándome la mano de su pantalón justo cuando toqué algo.– Estoy indispuesta.
- Ah... ¿Los días R ripley? –desilusionado deje de tocar, había pasado a llevarle el pañal.
- Sipo', pero... ¿Juntémonos después?
Mas tarde estaba jugando en el local. De un momento a otro mis prioridades habían cambiado. Del sexo pasé a sentarme en un salón lleno de "Niños rata", donde mis manos con piel de mujer me dieron la fuerza para salir con la frente en alto aquella tarde. Perdí, indiscutiblemente.